Pocas veces se tiene de disfrutar de una banda casi legendaria con casi 30 años a sus espaldas, con la formación original, y con tan buen hacer. La banda londinense formada en 1979 comenzó anoche en Madrid su gira mundial, en la sala Heineken, con una demostración de que el tiempo no ha podido con estos veteranos.
Una mezcla de teclados, guitarras, bajo e interpretaciones histriónicas para un grupo que ha marcado tendencia , influyendo en bandas más conocidas como Metálica, Nine Inch Nails, Nirvana, Tool, Korn, entre otras muchas.
Tocaron lo que habían prometido: fundamentalmente material de sus dos primeros álbumes, Killing Joke y What's THIS for…!, discos que interpretaron enteros, creando esa atmósfera entre opresiva y abrasiva que caracterizaba su etapa de principios de los '80: Requiem, Wardance, The Wait…
Hacia la segunda mitad del concierto cambiaron el registro a temas más metaleros, más propios de su última etapa, principalmente temas del Pandemonium. Aún así, mantuvieron la continuidad con maestría.
La puesta en escena algo curiosa, con Coleman con un mono de trabajo gris y pinta de haberse escapado de un manicomio (cosa que no me extrañaría), con sus histriónicas interpretaciones. Geordie a la guitarra, como siempre, demostrando (como si le hiciera falta) que es el principal motor del sonido de Killing Joke.
El sonido de la sala se portó bastante bien, lo cual es toda una rareza en la sala Heineken. Hubo un par de momentos chirriantes pero en general no hubo problemas, por lo que pudimos disfrutar de un concierto como pocos en esta sala.
En resumen, un bolo de los que no había que perderse. Lástima que al final sólo se prodigaran con un bis, porque nos quedamos con ganas de más.