Y es que hay que decir que chapó por Kevin, no solo por cómo sonó, sino por el espectáculo que nos brindó. Un espectáculo sencillo en apariencia, como sus canciones, pero preparado de manera exquisita, también como sus canciones. Fue un concierto claramente para el público, nada de egocentrismos ni exhibicionismos. Lo importante era que el público lo pasara bien. Y así fue.
El concierto fue un repaso por sus archiconocidos temas de siempre con algunas pinceladas de temas del nuevo álbum. Con los primeros, la gente se volvía loca, con los segundos, hay que decirlo, la respuesta era más apagada. Con los dibujos de Liniers siempre de fondo, y los comentarios de Kevin enlazando tema tras tema, las dos horas de concierto fueron un único relato, y no una mera sucesión de canciones.
Momentos estelares del concierto hubo varios. A mí, personalmente, se me pusieron los pelos de punta con “Fantasma de carnaval”. También muy bueno el momento cambio-de-camiseta-y-enseño-bíceps (gracias, Kevin) y mejor aún la canción que le sigue, mi preferida, “desde que te perdí”. Los bises, fue un no parar, para que no nos quejáramos por si no habíamos tenido bastante. Primero, sorpresa sorpresa, aparece Jorge Drexler en el escenario. Luego, conga de Kevin por la sala. Y por último, despedida de los músicos, con merecida ovación a El Zurdo.
Bueno, y no he hablado de su sonrisa permanente…me cae bien este chico.