A juzgar por sus últimos dos trabajos, Hopes and fears (2004) y Under the iron sea (2006), no había mucho más en el horizonte cercano de Keane que ese pop muy bien construido, especialmente para los hits. En consecuencia, plantearse intentar otra variante, o al menos agregar nuevos ingredientes, era una opción probable.
Con Perfect symmetry, los británicos hacen de la posibilidad, una obligación. Deliberados y decididos, se alejan del estilo otrora sólo melódico, y un tanto sensible, optando por una orientación más directa que, aún sin separarse completamente de sus antecesores, significa una tenaz, si a veces arriesgada, elección.
La propuesta vincula a su pulido y característico estilo beats retro bien potentes y guitarras intensas en una persistente fusión con la voz soñadora del front man Tom Chaplin y el inconfundible piano, una ya reconocible e identificadora huella que han edificado desde su debut hace cuatro años atrás.
Spiralling, uno de los singles más promocionados del álbum, quizás sea el paradigma. Inquieto, el tema discierne sobre cómo apurarse mientras repite retratos entre la vertiginosidad y el desencanto (“estoy esperando que la película empiece”/ “cada vez que te alcanzo, te me deslizas entre los dedos”). Detrás, hay un beat sintético que funciona bien como gancho, incluso si se siente algo desordenado.
Similar resulta You haven't told me anything, cuyos efectos se adentran en un continuum computarizado, donde la canción se va sumergiendo en sonidos que parecen homenajear a aquellos primeros video juegos y sus cortinas musicales.
Es entonces la vibración sintetizada el elemento conductor a prestar atención. Los arreglos marchan siempre (salvo contadas excepciones) por tal sendero, virtuosos al ofrecer suficiente variedad, desde los nostálgicos (Perfect symmetry, Love is the end) hasta los enchufados (Pretend that you're alone, Spiralling).
Y si bien sonoramente Perfect symmetry es una significtiva partida, no encuentra demasiadas amplitudes en cuanto a la escritura. Vuelve, en ese sentido, sobre el clima melancólico. Un sentimiento taciturno, cuyas expresiones, como The lovers are losing, donde regresan los lamentos acerca de sueños rotos e ilusiones injustas, parecen revivir el aura apenada de anteriores tiempos (Everybody's changing, Nothing in my way).
Como antecedente, Perfect symmetry estimula, en parte, esperar otras cosas de Keane. Puede, no obstante, apartarse de lo inmediato cuando lo distante no suena tan accesible, en comparación a previos éxitos. Aún así, despierta una expectativa ya practicada con creces (recuerden a Everything but the girl, desde Amplified heart). Dependerá de ellos, y de sus propios términos, aplicarla satisfactoriamente.