Un disco, el cuarto en solitario, que casi podría catalogarse como un disco temático con el amor y las relaciones de fondo aunque desde diversos puntos de vista.
Tantos puntos de vista como los 16 cortes del disco que desde una premeditada desnudez vamos asistiendo a historias y definiciones donde todo o casi todo tiene cabida. La ilusión, la decepción, la locura, la irreflexión, la confusión,el fracaso, segundas oportunidades y un largo etcétera son las caras del amor que Julio de la Rosa nos presenta con buenos matices y sin parafernalia.
Musicalmente el disco tiene buenos arreglos y riqueza melódica. Los temas más lentos y los medios tiempos van intercalándose con otros más rítmicos por lo que no se produce la monotonía. La lírica se desarrolla de forma natural y temas como "las camareras" o "entresemana" (¿no os suena algo a Nacho Vegas?) son de esas que fácilmente llegan y se reconocen.
Un disco con empatía que sabe aunar romanticismo con realidad. Como la vida misma.