Vamos a ver cómo le meto mano a lo de hoy, porque probablemente esté describiendo uno de los mejores conciertos a los que haya asistido en mi vida y he estado en unos cuantos ya.
Todo pintaba bien como presagio de lo que vendría, pongo en contexto, Chiclana de la Frontera, concretamente en Sancti Petri, atardecer y estamos junto al mar, ese mismo mar que une la costa gaditana con la otra orilla del Atlántico, concretamente con la República Dominicana, en un ambiente donde se palpaban las ganas de disfrutar y pasarlo bien.
Aparecen la 4.40, banda de Juan Luis Guerra, con son, vaya son, y es que es un atraco con mano armada como inician el concierto, que fuerza, que energía, abrumador, es un misil despegando y aparece el maestro de maestros en cuanto a la música latina se refiere, un músico que atesora a sus espaldas casi una cuarentena de bagaje en este mundo y siendo todo un referente mundial, arrancan a ritmo de merengue con Rosalía y La travesía, y es que travesía gozosa sería la que nos iba a marcar Juan Luis Guerra y la 4.40, fue un repaso a toda su carrera, continuaba con La llave de mi corazón, Vale la pena, estábamos en ese mundo de merengue, de compás y sabor, la gente no paraba de bailar por todos lados, solos, en pareja… creo que es el concierto donde más gente he visto sonreír, no había nada que fuese a impedir que disfrutásemos lo más grande.
Con pambiche de novia, le dedica la canción a su novia eterna, su mujer Nora, se sienta, le dan una guitarra y la interpreta demostrando que este hombre todo lo hace de manera excelsa, es un gran guitarrista también y después de este momento más intimista pregunta a los asistentes que si tienen ganas de salsa, todos sabemos ya la respuesta y hacen un medley de salsas con grandes éxitos de su carrera y aquello más que un concierte parece una sala de baile, bailan todos, mejor dicho, bailamos todos.
Vendría a continuación El Niágara en bicicleta y es que es otro clásico de su carrera, por primera vez se me pone el cuerpo erizado viendo y escuchando a un señor tocando el güiro, ¿pero como puede ser que un instrumento aparentemente con tan pocas aristas se le pueda sacar tanto? De locos, de verdad y más si encima termina el tema con grandes bengalas de fuego en el frontal del escenario.
Le dedica una canción a su salvador, Jesús, un merengue titulado Rey de reyes, a mitad de canción los cañones de confeti explotan y con ello explota el júbilo de la gente, se ve que estamos ya en la zona alta del concierto y tanto es así que vendría uno de los platos más fuertes de la noche, un medley otra vez, pero esta vez de bachatas, donde Juan Luis es un orfebre en la materia, bachatas como Estrellitas y duendes, Muchachita linda, Bachata en Fukuoka, Que me des tu cariño, Mi bendición y terminar con Burbujas de amor, ¿quién no ha bailado alguna vez en su vida esa canción?.
Presenta a los corista y pianista y él se marcha, pero la banda se queda dando un es-pec-ta-cu-lo y es que en esta parte del concierto yo no sé qué me pasó, pero me emocioné muchísimo, diría que me dio un Sthendalazo en toda regla y aún no lo supero, la 440 interpretan unas tres canciones donde es una muestra no solo del potencial y la validez de estos músicos, sino que es que es la excelencia musical.
Vuelve Juan Luis con Visa para un sueño para seguir bailando, pero ahora vendría otro de esos momentos de los que sé que los tendré guardado en mi imaginario musical de conciertos, interpreta solo con la pianista Ojalá que llueva café, sabes al igual que yo como sonaron esas palmas al final de la canción, efectivamente, un estruendo.
El farolito sería la encargada de seguir la fiesta y de llevarla otra vez hacia arriba, y tanto es así y tan arriba estaba él que decidió coger una cámara Go Pro y grabar uno por uno a sus músicos y al público mientras todo se retransmitía en las enormes pantallas de los laterales del escenario, Juan Luis estaba entregado y nosotros con él, el relevo a El farolito se lo hizo Las avispas, otro clásico del repertorio del dominicano y con esta canción se despide, llevan hora y media que se han pasado como ocho minutos sin parar ni un segundo, no han perdido el tiempo en absoluto, todo ha sido música, baile, sonrisas y alegría y por supuesto la gente quiere más y se lo va a hacer saber pero desde el segundo uno en el que abandonan el escenario.
La gente gritaba eso de ¡Otra! ¡Otra! Pero me pareció muy gracioso que en las pantallas laterales antes mencionaras saliera una animación de un megáfono donde también ponía ¡Otra!, está simpático. Y sí, de repente aparece una animación donde se ve un perchero con diferentes chaquetas donde en medio destaca una americana muy colorida con flores, donde se ve que alguien la elige y la escoge, seguidamente aparece una pared con varios sombreros, uno de ellos ataviado del mismo estampado floral que la americana y lo escoge, se lo pone y efectivamente, en la animación aparece Juan Luis Guerra posando con esa vestimenta, vestimenta y pose del disco por antonomasia del artista, Bachata Rosa que fue el quinto álbum que grabó y fue lanzado a finales de 1990, un álbum con canciones increíbles y que es su disco más redondo y más exitoso.
Interpretan A pedir su mano, a continuación la canción que da nombre al álbum, Bachata rosa, que cosa más linda chiquillo, para no perder la costumbre de este concierto, estoy espelucado de pies a cabezas, Juan Luis agradece el calor recibido al personal asistente en este primer concierto de esta gira por España y se despide por todo lo alto, evidentemente, el tema que me falta por nombrar en esta seria de éxitos, La bilirrubina, y es que no me creo yo que tú que me estás leyendo no hayas cantado, ni bailado en tu vida La bilirrubina y no una vez, seguro y es que eso tiene este hombre que subió no solo la bilirrubina sino la alegría y la felicidad de las personas que el pasado 1 de julio tomaron la brillante decisión de asistir a un concierto de Juan Luis Guerra, maestro de maestros, rey de la música latina a perpetuidad.