Javier Becerra, «un entendido en música» en sus propias palabras, escribe un libro sobre varias cuestiones musicales y la superioridad que dicho «conocimiento» le procura sobre el resto de mortales para los que los que «la música no es lo más importante».
Es un libro escrito por un «entendido» dirigido a otros «entendidos», ya que yo no conozco a nadie en su sano juicio que se lea un libro sobre música sin estar bastante interesado en el tema. Es por ello que todos en mayor o menor medida nos vamos a ver reflejados en algunas de las observaciones que hace Javier.
Ya desde el prólogo de David Saavedra se consigue una comunión musical con lo que se cuenta. Además de conocer personalmente a ambos escritores, el conocer a otras personas que hablan del intercambio de cintas, de los primeros artículos en fanzines, del continuar adelante con nuestras aficiones de juventud (ellos desde el periodismo en activo, y en mi caso con la organización de un festival musical).
El libro se lee rápido, es divertido y a veces consigue avergonzarnos al vernos reflejados en determinadas actitudes, aunque Javier lo cuenta desde su propia experiencia personal. Nos relata la suerte que tuvo en su infancia al disponer de un jukebox en el bar familiar donde descubrió el »Moonlight Shadow» de Mike Oldfield. Nos anima a reconocer y a no renegar de nuestras gustos de juventud. Su paso por la escena mod. El descubrimiento de U2 o Stone Roses, o su más reciente descubrimiento de The Beatles. Bonitos recuerdos sólo ensombrecidos por su imperdonable actitud durante un concierto de Chemical Brothers.
Pero la mejor crítica sobre el mundillo de «los que saben de música» entre los que seguro os incluís los que estáis leyendo esto se encuentra cuando muerde con asuntos como el criterio musical, el colocar a los artistas malditos y torturados por encima de los que cantan al amor y al entretenimiento, el ningunear a artistas de los que desconocemos su trabajo, o del periodismo musical y esos periodistas que escriben cosas que no entienden ni ellos. Resumiendo, el creernos más listos que el vecino porque nosotros escuchamos a Sonic Youth.
Debéis leerlo. Javier Becerra demuestra su hipótesis: realmente la musica no es lo más importante, pero como bien dice: «suerte que está aquí».