Sobre las 22.40 salían al escenario Iván Ferreiro y su hermano Amaro: el primero con su teclado, el segundo a la guitarra. Y nada más; ni batería, ni bajo, ni más guitarras… el concierto que se nos presentaba era un acústico en formato reducido (“el más grande que hemos tenido”, dijo Iván), algo diferente a lo que estamos acostumbrados. Y la propuesta funcionó muy bien tanto antes (se agotaron las entradas) como al finalizar.
Fotogradfías: Musa Pentesilea
También hubo tiempo para recordar a Los Piratas: Años 80, M y Promesas que no valen nada nos llevaron al pasado. Y qué decir, el público enloqueció, así como con Rocco Sigfredi y Turnedo. Y es que sí, todos los temas de Iván son muy buenos, pero hay algunos que en directo son una apuesta segurísima.
Tras Turnedo llegaba el turno de El viaje de Chihiro, Días azules y la ya mencionada El equilibrio es imposible, la cual era en teoría la encargada de cerrar la noche (ya habíamos pasado por el trámite en el que el músico hace como que se va antes de los bises), pero aun quedaba una sorpresa. Ante la insistencia del respetable, Iván decidió ofrecer una última canción solo al piano: Mi coco. Y ahora sí, tras este tema llegaba el momento de cerrar la actuación.
Un concierto con una propuesta arriesgada (solamente un teclado y una guitarra puede resultar algo aburrido para parte del público si no se sabe llevar), pero que en las manos correctas como las de los Ferreiro fue todo un éxito. Sólo nos queda esperar que, tal y como ellos pidieron, vuelvan a ser invitados al ciclo del Nocturama en el futuro. Aquí les estaremos esperando.
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