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HOW TO DESTROY ANGELS – st

Poradmin

Jun 10, 2010
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Si conoces un poco la música de los últimos ventipico años y te pido que me digas un personaje importante, impactante e imprescindible, un artista polémico y contradictorio, un creador de vanguardia, capaz de realizar discos extraordinarios, de vender millones de álbumes, de conciertos intensísimos, de ayudar a mitos a convertirse en mitos, de sobrevivir a adicciones y depresiones y estar al borde del suicidio justo antes de realizar su doble y frágil casi obra maestra, de ser un referente artístico y comercial y, a pesar de todo ello, de seguir siendo un perfecto desconocido para la inmensa mayoría de la gente, no deberías tener muchas dudas de a quién me estoy refiriendo.

 

Y si te digo que es el líder único de la -ahora dormida- banda referente del metal industrial, y que el mito al que engrandeció con sus prodigiosas producciones no es otro que el mismísimo Marilyn Manson, ya sólo nos queda un nombre: Trent Reznor. Un villano, un antihéroe, un talento desbordante y anárquico que, sobre todo, nunca defrauda. Porque a pesar de todo sigue teniendo dos cosas que engrandecen siempre a un artista, practique el género que practique: la libertad de hacer lo que le da la gana y la capacidad de saber hacerlo siempre bien. 

 

Después de tremendos problemas personales que le llevaron -como a tantos otros- al borde del final de sus días, parece que por fin ha encontrado la estabilidad al lado de una señora mujer, la impresionante y sensual Mariqueen Maandig, cantante de West Indian Girl. Con ella, con esa felicidad conyugal -la supongo al menos, yo sería muy feliz al lado de tremenda mujer- y con Atticus Ross, un viejo colaborador de Nine Inch Nails, se ha inventado un grupo llamado How To Destroy Angels. Y como es muy feliz, o quizá en una de esas modernas maniobras comerciales, ha decidido poner gratis en internet el debut del proyecto. Así que me metí en www.howtodestroyangels.com, dejé mi correo electrónico y en pocos minutos estaba escuchando el EP, que por cierto, lleva el mismo nombre. 

 

 

Vamos al disco. 6 canciones que componen unos 30 minutos de música de un Trent Reznor como siempre siendo él mismo y esta vez un poco menos cabreado con la vida. O sea, que si eres fan del personaje, de su oscuridad, de su insondable mundo interior y de sus producciones electrónicas, de maquinitas distorsionadas y de instrumentos orgánicos modificados hasta hacerlos irreconocibles, este disco te va a gustar. Ídem si te gustan las melodías, si te van grupos como Portishead o si disfrutas de una dura calma tensa más o menos disturbada por sonoridades estridentes. Lo mismo si lo que quieres es vanguardismo, arte-rock o algo parecido. Pero si lo que te gusta es la potencia, el músculo metálico y recrearte en lo dura que es la vida como de alguna forma empezó siendo NIN, entonces mejor que no lo escuches. Porque el principal problema del disco quizá sean las expectativas, los millones de fans acérrimos que no suelen perdonar transmutaciones ni giros artísticos, especialmente cuando suponen canciones más lentas y meter menos caña.  

 

Lo que no se puede negar es que Trent Reznor es un gran músico, capaz de innovar, de cambiar, de recoger influencias y de no perder su identidad sonora. Claro que con la melosa voz de Maandig el efecto es muy distinto. El disco se abre con la potencia íntima y emocional cercana al trip-hop que supone “The space between” y continúa con un NIN con voz femenina que han llamado “Parasite”. “Fur Lined” es lo más parecido a un llena pistas de discoteca que Trent haya hecho jamás. “BBB” y “The believers” destacan por su marcial ritmo a lo Kraftwerk y sus solos de videojuegos, con mucho de de oscuridad y misterio. Y el círculo se cierra con otra rendición a la emoción pura, a los  massive attack que parecen sonar en “A drowning”. 

 

En definitiva, un disco que invita a redescubrir un personaje inquietante, a dejarnos embaucar por su nuevo universo aparentemente plácido pero interiormente intenso, a escuchar estridencias controladas, a… bueno, pero si es gratis, ¿por qué no te lo bajas y me cuentas tú?

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