El público espera impaciente, nervioso y sin levantarse de su asiento, cumpliendo con el protocolo especial. Tras un control de aforo y una organización que cumple con las medidas de seguridad correctas, apareció Álvaro Lafuente, que ha Nacido Pa´Ganar. Con este temazo nos ha dado una bienvenida animada a modo de regalo musical.
Con su peculiar timidez, el de Benicàssim se arrancaba con algunos temas que tiene guardados bajo la manga y que todavía no han salido al exterior; y entre medias, Sixtinain, que nuevamente hizo que el público voceara y vibrara con los acordes de la guitarrica.
El artista, como ya ha demostrado muchas veces, tiene su corazón en Aragón; concretamente en el pueblecito de Teruel de su abuela que considera como suyo: Las Cuevas de Cañart. Le dedicó una jota típica a su tierra: Albada, al grito de ¡Viva Aragón! de uno/a de los asistentes del público. ¡Viva!, contestaba enseguida el artista.
Con mucha emoción, Álvaro nos transportó hasta la paz y la calma de los campos de su pueblo allí, al noreste del país. Era imposible no sentir la magia del ambiente íntimo, y su propia nostalgia por esas tierras que echa de menos.
Con los tres siguientes temas veíamos a un chico que iba perdiendo el miedo en cada acorde nuevo y que comenzaba a disfrutar de verdad. Fue en ABC cuando comenzó a soltarse la melena y a mover la cabeza desenfadado.
Como contraste a esa exaltación, el maño de corazón y su banda nos regalaron su Nana Triste: la colaboración con Natalia Lacunza que dio visibilidad a este joven que nunca creyó poder estar sobre las tablas ahí en lo alto de La Riviera.
Tras los impecables punteos de sus guitarristas y el arte de Álvaro, el público aplaudió con fervor una vez que acabó aquel destello en forma de canción.
Era el momento de conocer a quienes le acompañaban: Guitarricadelafuente nos presentaba a Son Forajido a la guitarra, a Víctor Martínez a la percusión, a Sergio Valdehita al teclado y a Chema Moreno al bajo.
Nos llevamos una grata sorpresa al revivir a Triana con Tu Frialdad en voz de Álvaro y a continuación, ascendimos directamente hacia el cielo y cantamos a Madrid Desde las Alturas con la voz angelical y los quejíos de Guitarrica. Nos volvimos diminutos/as frente a la voz de Álvaro y los instrumentos que retumbaban.
Volvimos tras unos minutos, sin embargo, a la realidad más dura. El artista habló de la cuarentena: ‘encerrado en cuatro paredes quería respirar, quería libertad, quería volver a mi pueblo´. Recuperó de nuevo el folklore de Aragón con una jota: LA FILIPINA, un trabajo compuesto durante estos días de encierro.
Después llegó un momento un tanto especial. Alvarico nos regaló una rumba imposible de no bailar. Dando palmas y haciendo alguna que otra mueca y tontería con su banda, nos regaló este momento cumbre justo antes de acabar, que nos dejó con un muy buen sabor de boca.
Sus dos himnos pusieron el toque final a esta velada tan especial. Guantanamera y Agua y Mezcal. Tras vítores y fuertes aplausos, el joven artista agradeció a su público, a los técnicos a los que va destinado el ciclo (un gran impulso a aquellas personas que se encuentran desamparadas pues no han podido trabajar) y pidió que se apoyase la cultura.
Tras choques de codos la banda desapareció detrás del escenario y se notó la magia en el ambiente que había dejado la estela de Guitarricadelafuente: este joven que canta desde dentro, este joven con alma vieja y emoción en cada poro de su piel.