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Foals – What went down (2015)

Poradmin

Sep 11, 2015

La fecha del 28 de Agosto del 2015 llevaba marcada en el calendario de los seguidores de Foals desde hacía meses, pero incluso también para los que ni siquiera conocían al grupo en su totalidad. Así es, ya que Foals ha cuidado al máximo el hype de la salida del que sería su cuarto disco, dejando en ocasiones con los dientes largos a sus fieles seguidores y atrayendo, por otra parte, a un público curioso que ni siquiera sabían de la existencia de la banda.

Prueba de ello ha sido, por ejemplo, el lanzamiento del videoclip de «What Went Down» en Junio, donde ya pudimos apreciar de primera mano la fuerza con la que venía el disco y también una cierta referencia acuática, presente la atmósfera en la que se desarrolla el video y que, posteriormente, podremos observar de forma más vehemente en algunas frases del disco.

Pero cuando creíamos que el hype de Yannis y los suyos había acabado, el día 27 de Agosto -día anterior al lanzamiento del disco- la banda publicó fotos de varios cassettes con título «Foals» acompañados de las coordenadas exactas donde se encontraba cada uno de dichos cassettes. Esto provocó que ciertos fans afortunados de Oslo, París o Madrid se echaran a la calle en su búsqueda para ser los primeros en escuchar el disco.

He de advertir que yo soy el segundo tipo de persona; el tipo de persona que no sabía demasiado sobre el grupo salvo haber escuchado sus temas más exitosos y haberlo visto en numerosos carteles de festivales pero que, debido a mi curiosidad ante la expectación del nuevo disco ha hecho que me sumerja en ellos. Bendito hype.

What Went Down no podía comenzar de otra manera que con la canción que da nombre al disco. Cinco minutos de riffs enérgicos, de una rítmica ascendente que culmina en un estribillo de lo más simplón, pero que te incita a gritarlo hasta desgañitarte mientras te mueves en un mar de gente. Y así varias veces. Y qué maravilla. Y ahora cantamos el estribillo de nuevo pero más bajito, sin que se nos oiga. Y subimos, y subimos hasta que Yannis termina tirándose al público. Eso es rock and roll. Y el que no me crea, que vea el directo de esta canción en el Reading de este año.

Tras la digna canción de estadio que abre el disco, el ritmo frenético no para. Y es que si antes Yannis veía un león cuando veía un hombre, ahora ve montañas en sus puertas (cómo pierde la magia decirlo así, ¿verdad?). Mountain At My Gates tiene puesto el sello de Foals desde las primeras notas. El ritmo funky y las notas bailables a la guitarra es el estilo indiscutible de Foals, y para más inri cuenta con un estribillo que se te queda pegado en la mente desde la primera escucha. Ni que decir tiene que la canción mejora como el vino, y es que en el último minuto del tema lo que parecía que iba a ser un bucle de lo mismo cambia de dirección y aumenta el tempo –tipical Foals- donde el sintetizador se hace protagonista y Yannis se deja la voz gritando «Gimme my lungs, gimme my way, gimme my fate…» culminando una canción que comienza bien y termina aún mejor.

Y cuando te habías venido arriba ante tantas ganas y fuerza, llega Birch Tree y te anestesia. Te intenta provocar tímidamente que bailes con su ritmo pop ochentero, pero no lo termina de conseguir. Incluso el estribillo se vuelve algo infumable tras tanto falsetto, aunque no por ello poco pegadizo.

Lo único que quizás se salva de Give It All puede ser la letra, y ya es decir. Porque es una canción lenta de cinco minutos que no merecía ni mucho menos tener tanta longitud. Tras un rato de abuso de sintetizadores y falsetes al menos hay un cierto atisbo de cambio que aporta vitalidad parcial al tema al sumarse una percusión. Una percusión que recuerda a la de Undisclosed desires de Muse, todo sea dicho. Pero el cierto atisbo se convierte en nada cuando también la percusión se vuelve pedante. Al ganar fuerza, los minutos finales son audibles, si es que tienes la dicha de haber aguantado hasta ahí antes de pasar de canción.

Cuando hablaba anteriormente de referencias al mar, el título de la siguiente canción es un caso claro. Albatross, traducido al castellano es Albatro, una familia de aves marinas de grandes dimensiones. Esta canción destaca desde el primer segundo por el ritmo de percusión y bajo, que atraviesa tus oídos inesperadamente y te anima tras dos canciones prácticamente de relleno. Tras un buen trabajo a la voz y coros cantando «Sunblind», el ritmo arremete de lleno contra tu cuerpo y te obliga a moverte. Pero tras casi tres minutos ya era hora de acabar con ese ritmo. Aunque realmente no sabes si querías que fuera tan tajante, pero es una realidad. De hecho, toda la canción ahora cambia drásticamente, y mientras Yannis susurra, de fondo suena una preciosa melodía muy similar a una nana. Pero entonces aparece el ritmo de nuevo, y te acompaña hasta el final, y Yannis repite el estribillo dejándose la garganta. Grita. Como si tras la nana viniera una pesadilla. Una pesadilla que es el ritmo de percusión, ese ritmo que no sale de tu cabeza. Y de repente, una maravillosa calma.

Snake Oil vuelve a subir de nuevo el nivel del listón. Una canción con riffs y distorsiones que derrochan mucho descaro, y a eso hay que sumarle una buenísima aportación rítmica de Yannis en las estrofas. Tras un silencio, las guitarras se hacen las protagonistas en el estribillo, que igual la canción pedía mejor un par de frases fácilmente coreables pero la combinación de un estribillo con cambio de ritmo no llega a ser del todo mala. La canción mejora por momentos con un Yannis impecable hasta el momento final.

Casi sin querer, te tropiezas con una Night Swimmers, que presenta desde primeras un estilo muy parecido a Bombay Bicycle Club. Una canción que parece que puede ser un temazo al principio pero ni siquiera merece tal calificativo. Ni siquiera plantearlo. De nuevo la atmósfera se vuelve pedante, las frases parecen todas las mismas, ni siquiera se qué hace otra canción así teniendo cinco minutos. Bueno, sí. Porque lo único que se salva es el último minuto instrumental del tema.

Tengo una teoría. Y es que, si en un disco hay una «canción balada», estará en la pista número ocho. Y, efectivamente, What Went Down cumple la regla. London Thunder es la típica canción con piano tristona. De original tiene poco. Para nada renueva el género. Lo único a destacar es la tristeza de una letra bien trabajada, acompañada de ritmos de guitarra muy adecuados para la ocasión. I’m under rain, I fly to nowhere / Girl, How ‘bout you? No podríamos decir que pasa desapercibida en el disco, por la cantidad de sentimiento que transmite al escucharla, pero sí que lo hace de puntillas. Inevitable no pensar en su parecido con Mad World de Gary Jules.

Aún quedan dos canciones. Y qué dos canciones. Lonely Hunter puede ser tranquilamente uno de los mejores temas del disco respecto a la letra. La forma de transmitir la tristeza y la duda, los paralelismos en las estrofas y un magnífico estribillo con un ritmo que roza la perfección, deseando escucharlo en bucle una y otra vez. Hay frases que son para enmarcarlas y colgarlas en la cabecera de tu cama, y algunas nada más empezar: It’s a new day just in time to me to say I’m sorry / For all the things I said I didn’t mean / It’s a new time, so why I must I wait in line for what is mine? o el maravilloso Love is a gun in your hand que cierra el estribillo.Hablando de estribillo, si tú que me estás leyendo ahora mismo eres capaz de escucharlo sin querer cantarlo a pleno pulmón, tienes todos mis respetos.

Qué mejor forma de terminar que con A Knife in the Ocean. Un espléndido trabajo a la batería y a las guitarras, y de nuevo un enorme Yannis en las letras lo hacen el candidato idóneo para cerrar el disco. Esta vez, el tema en cuestión queda claro: qué pasó con esos sueños, esas promesas, eso en que creíamos. Roto, todo se ha perdido en las profundidades de un mar hambriento. Un estribillo simple pero certero, dando justamente en el centro de la diana, que te invita a cantarlo junto a miles de voces. Todos al unísono.
Rugiendo. Creando el rugido del mar que se escucha en los últimos minutos. El sonido de unas olas que vienen y van. Vienen y van, van y vienen. Como el What Went Down, que ha venido y nos ha regalado un par de canciones muy buenas, aunque otras no tanto.
Y al igual que una ola, por mucho que le hayamos esperado,ha llegado y ahora se va.

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