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FIB 2016

Poradmin

Jul 28, 2016
FOTO FESTIVAL

FOTO FESTIVAL

Se cernía un año convulso para la edición vigésimo primera del Festival Internacional de Benicassim. En el aspecto económico la situación no era la idónea, debido a varios años con discretísimas cifras de asistencia bajo la dirección de Vince Power, eran ya sonados los rumores de la inminente entrada en concurso de acreedores de la empresa madre del evento. Dicho director prefirió potenciar la oferta turística, la diversión y la playa, en detrimento de la musical. Una muy respetable decisión de toda una leyenda en la programación de eventos culturales, que por desgracia pareció no funcionar. Una situación insostenible que desembocó en la llegada del británico Melvin Ben, que se puso a la dirección del nuevo proyecto. Lejanas quedaban ya las ediciones de 2009 o 2011, en los que se colgaron el cartel de ‘no quedan entradas’, pero con un flamante nuevo director, eran muchas las esperanzas de los fibers para volver a años tan añorados.

 

En el aspecto musical tampoco parecía ser la situación óptima. Un año 2016 en la que la ausencia de bandas masivas de indie rock de gira por Europa agudizaba aún más la feroz competencia entre los festivales de referencia a nivel nacional. El festival bilbaíno BBk Live parecía encontrar un estilo bien definido para su edición, bandas indie rock internacionales bien respaldadas por público y sobretodo crítica, un cartel sin riesgo pero de indudable gusto. El Primavera Sound en Barcelona, seguía su línea de cartelería mastodóntica donde prácticamente cualquier corte musical tiene cabida. Pero, ¿Qué quedaba para Benicassim? La oferta se había limitado aún más, y la imposibilidad de seguir con la temática de años anteriores creaba un marco desconocido para todos.

Con estas ideas rondando en la cabeza, pero también con ilusión y ganas de pasar buenos ratos, los fibers emprendíamos un año más, cargados con mochilas y tiendas de campaña, el caluroso camino hasta la entrada del camping.

Jueves

Y con la llegada de la jornada inaugural todas esas dudas fueron rápidamente disipadas. Una asistencia (siendo la jornada de apertura, históricamente la de menor asistencia) bastante respetable, rondando los 35000 personas. En lo referente al recinto, lo que a muchos nos sorprendió a la hora de reconocer las nuevas zonas fue sin duda la ampliación del escenario South beach pool party, la gran apuesta del festival, dedicado exclusivamente a la música vanguardista electrónica con una ambientación que recordaba mucho a ‘miami vice’, y que quizás, pecó a la hora de cubrir la zona asfaltada de arena de playa. Sin duda la intención era fantástica, pero el resultado cuando los parroquianos nos reuníamos a bailar era que una densa y desagradable polvareda se levantaba. Pequeño desliz que sin duda en futuros años se corregirá. Por sonido y ambientación, todo un descubrimiento, grandísimo acierto de la organización que muchos aprovechamos para no parar de bailar ni un segundo en nuestra estancia en el recinto.

Entrando en lo estrictamente musical, el encargado de abrir el escenario principal fue el canario El Guincho, que con su peculiar sonido hizo bailar a los que allí nos congregábamos. Si bien es cierto que las canciones del nuevo disco sientan como agua en aceite mezcladas en el repertorio antiguo, un disco marcado por la experimentación, que quizás busque alternativas más aptas a la hora de la puesta en escena para aquellos que tenemos oídos menos hechos a este tipo de sonidos tan punteros.

Por supuesto, la diversión no decayó con el rock electrónico de Soulwax. Los componentes de 2manydjs dieron buena fe de la experiencia recaudada durante lustros encima del escenario haciendo bailar a sus espectadores, mostrando poderío con tres baterías sobre el escenario y acompañados de hits tan disfrutables como ‘E talking’. acertadísima hora para un escenario que empezaba a abarrotarse, sabedores de lo que estaba por llegar.

A las 23:30 pisaba el escenario principal el mayor referente actual del grime británico, Skepta. Un directo tremendamente agresivo con el que se encargó de desgranar su excelente nuevo disco, ‘Konnichiwa’. Bajos distorsionados, mensajes contra el orden establecido y la policía, voces que se movían a la velocidad de balas y un “Shootdown” que hizo temblar el suelo del recinto. Puesta en escena que cumplió las expectativas depositadas en él, un sonido correctísimo pero que quizás por momentos llegó a resultar algo lineal.

Y… Con el cabeza de cartel llegó el mayor ‘guilty preasure’ que muchos recuerdan en el festival, Major Lazer. Arriesgado, sabiendo los grupos que históricamente han obtenido este status en el cartel, el traer a unos componentes que no tocan ni una sola melodía en directo, que su espectáculo se base en bailarinas, fuegos artificiales, gritos alentadores, y mash-up de canciones como “Where are ü now” de justin Bieber,”La gasolina” de Daddy Yankee, “Una vaina loca” de Fuego o la versión original de la canción “El taxi”. Pero la realidad, es que el espectáculo no pudo ser más divertido, hora y media de baile pasando por el reggeaton, el mumbaton, el trap,el reggae, el dance-pop… Un diplo libre de ataduras que evidenció que de los complejos no se come, y que la diversión está justo en los lugares de los que más renegamos.

foto major lazer

Ya con las piernas cargadas, y apenas sin suela en los zapatos, no era momento de renunciar a las últimas horas que quedaban de jornada inaugural, que unos años a este cierra un par de horas antes que el resto de días. Y bien que hicimos, porque presenciamos la curiosidad de la jornada, acompañando a la sesión de LWLGHT se encontraban los componentes de Pxxr gvng, Young Beef y D. Gomez, que se pusieron a los platos en los últimos compases de la sesión. Música dub, rap inglés y trap para que los atónitos espectadores no parásemos de movernos.

Y para finalizar disfrutamos de un dj de garantías, ya no eran horas de asumir riesgos, un Dj amable que mezcló los temas más míticos del indie rock, que vociferamos entre abrazos extranjeros y propios en la carpa escenario Radio 3.

Viernes

La segunda jornada del festival ya rozaba el cartel de asistencia al completo, pero sin ello afectar en absoluto en el disfrute del mismo. Las colas en barra y en servicios muy fluidas, permitiendo, como de costumbre, poder desplazarte de un escenario a otro haciendo las paradas en barra y en aseos necesarias, sin apenas minutos de vacío.

Pasadas las 20 horas comenzó el concierto de la banda nacional con mayor proyección internacional en la actualidad, la controvertida banda femenina Hinds.

FOTO HINDS

Habiendo tocado el día anterior un concierto sorpresa con el nombre de Weers (meonas en inglés), llegaba la puesta de largo de su disco debut en uno de los festivales al que más cariño le guardan, ya que asistieron en varias ediciones antes de formar siquiera el grupo. Enérgico Garage indie rock con el que ya nos tienen acostumbrados, al que ahora le incluyen desparpajo, personalidad y buenas melodías. Es placentero ver como en tan pocos años han conseguido un sonido tan diferenciado y disfrutable, mezcla de las voces pizpiretas de las dos vocalistas principales con las guitarras distorsionadas y los acordes cercanos a melodías surf. Pocos conciertos hay más acertados para iniciar una jornada de festival.

Continuamos con la actuación de Band of skulls en el escenario Visa. Bien es cierto que los de Southampton no han inventado nada que no se hiciese hace décadas, pero en términos de eficacia y contundencia a la hora de representar en directo su sonido, que se mueve entre el hard rock, el alt rock y retales de melodías blues, es innegable que cumplen con nota. Sonaron hits como “Himalayan” y “I know what I am”, y el empuje del público británico creó una atmósfera que ni los más reticentes pudimos huir de ella.

Ya con el sol habiéndose retirado hasta la mañana siguiente, y disfrutando de una Estrella Damm nos acercamos al escenario J&B para presenciar el concierto de los inclasificables Kero Kero Bonito. Electrónica colorida con la una voz juvenil femenina que se mueve entre el japonés y el inglés, y que no deja de recordarnos a esos extraños pero divertidos anuncios de la televisión oriental. Ya triunfaron en Sxsw en Austin, y en Benicassim consiguieron que no se nos borrase la sonrisa de la cara a base de beats alocados y cucos saltitos de la líder de la banda.

Y rondando las 01 horas llegaba uno de los platos fuertes del festival en el escenario Visa. El multi-instrumentalista Jamie XX, encargado de las percusiones y beats en la conocida banda The XX, presentaba su fastuoso disco ‘In colour’, nominado al prestigioso premio ‘Mercury Prize’. Su sesión vino marcada por la electrónica más ambient, sin olvidar el ritmo y el baile, se centró en crear una red de líneas melódicas absolutamente envolvente que junto a las visuales y efectos lumínicos conseguían imbuirte en unas atmósferas bucólicas de las que era difícil huir. Complicado repertorio para los que esperaban algo quizás más inmediato, pero que a los amantes de su música nos atrapó desde la primera nota. Y con los hits de ‘Gosh’ y ‘Good times’ el público no pudo más que rendirse ante la evidencia, y bailar como si les fuese la vida en ello.

FOTO JAMIE XX

Bien entrada la noche el escenario Las Palmas se presentaban uno de los grupos que más veces ha encabezado el Festival Internacional de Benicassim, los británicos Chemical Brothers. Una pantalla que ocupaba al completo el fondo del enorme escenario hizo que desde el primer minuto no pudiésemos quitar ojo a las visuales, agotadora de calificativos, una lucha de luces de neón contra siluetas e imágenes tétricas (mención especial al falso 3D del hombre de cara pintada que hablaba por teléfono), complementado con los hits imperecederos que ya todos conocemos al dedillo fueron las claves para un espectáculo que sirvió para atestiguar que los hermanos químicos están en mejor forma que nunca.

FOT CHEMICAL BROTHERS

Sábado

Y llegó la gran jornada del festival. Las entradas de día prácticamente agotadas y jóvenes con camisetas de Muse copaban las primeras filas del escenario Las Palmas desde las calurosas primeras horas del evento. Altas las expectativas para un día que recordaba a las grandes ediciones de hace años con la dupla Muse – Disclosure. De nuevo gracias a la experimentada organización, y pese al ingente público que se concentró en tan poco espacio, se pudo acudir a barras y aseos sin apenas espera. Sin duda muchos de los festivales nacionales deberían aprender del método de resolución que el FIB lleva a cabo para evitar aglomeraciones, pues es absolutamente efectivo.

Los encargados de acompañar a la primera cerveza de la tarde fueron La Femme. Banda francesa de pop psicodélico que ya visitaron Benicassim el año anterior. Un corto setlist que varió solo en los singles del nuevo disco que pronto publicarán, pero que en lo referente a la puesta en escena volvieron a sorprendernos a los allí presentes con una actitud dicharachera y desenfadada que contagiaba desde el primer acorde.

Atardeciendo llegaba el turno de la ubetense Zahara en el escenario Las Palmas. Con ese nuevo look rubio platino que representa la nueva fase musical que se encuentra desarrollando con ‘Santa’, nos derritió con canciones tan bellas como ‘el deshielo’ o ‘Con las ganas’, la dulzura que imprime a sus canciones también se ve reflejada en comentarios y actitudes. Toda una frontgirl, enérgica de actitud que enamora con esos ticks de timidez que después de tantos años sigue mostrando sobre el escenario.

Minutos antes de las 23h el escenario Las Palmas lucía como pocas veces lo había hecho. Una pantalla colocada en la parte trasera de la torre de sonido y público que se concentraba incluso en la zona de césped, que se encuentra en la muerte del recinto. La sensación de incomodidad era inevitable, pero es un hecho que se presupone cuando vas a ver a Muse. Matt Bellamy saltó al escenario puntual, comenzando con un repertorio de hits entre los que se encontraban’ Bliss’ e ‘Hysteria’, por desgracia, a partir de ese momento la selección de canciones decayó, incluso el bis sonó descafeinado introduciendo en el mismo ‘Mercy’. Su sonido era profesional, Matt vocalmente rozando la perfección, pero carente de carácter. Por más que se buscaba no se encontraba esa fuerza imprimida que había diferenciado los directos del grupo de Teignmouth. Además, la sobriedad visual en las pantallas, marcado por el negro y el rojo, quizás pudo decepcionar a aquellos que conocían las escenificaciones de giras anteriores. Un concierto correcto, que contentó a fans pero que sin duda decepcionó a los curiosos.

FOT MUSE

Apresurándonos entre la multitud llegamos al escenario South Beach Pool Party para disfrutar del final de sesión de Miqui Brighside. Siendo uno de los productores emergentes de mayor proyección en nuestro país, la selección de canciones fue intachable, melodías que se movían entre el bass, el trap, el deep house y el rap, pero mezcladas con una delicadeza que las vuelven distintivas.

Y después de tanta diversión aún nos quedaba presenciar el mejor concierto de la jornada. Los hermanos Lawrence, más conocidos como Disclosure, cabeza de lanza del resurgimiento en nuestro tiempo del Deep House, demostraron que, pese a que las canciones del nuevo disco tienen una calidad claramente inferior al debut, al ser trasladadas al directo cobran una fuerza que posee a los espectadores y los incita a no parar de bailar en ningún instante. Visuales cuidadas con esmero, elegantes y exquisitas, unidas a un juego de luces por momentos cegadoras, imprimía una calidad extra a hits como ‘Omen’, ‘White lies’ y ‘When a fire starts to burn’. Esta última nos hizo llegar al sumum llevando a los aproximadamente 40.000 espectadores al baile y el salto desenfrenado de manera unánime. Sin duda el ejemplo perfecto de cómo se debe llevar un formato de electrónica en vivo en la actualidad.

Domingo

A media tarde el sol abrasador mostraba en las colas de acceso al recinto caras que denotaban emociones contradictorias; por un lado la ilusión de disfrutar posiblemente de la jornada más completa y atractiva de la edición, pero por otro la tristeza del que se sabe conocedor de que todo esto toca a su fin, y que pronto llegará el momento de despedirse de buenos amigos a base de bailes, vasos de cerveza, vals y abrazos.

Pero hay cosas que es mejor no pensarlas demasiado, e inclinando la balanza hacia la sonrisa, llegamos al escenario Visa para disfrutar del concierto de Jess Glynne, ex vocalista del grupo Clean Bandit, que con su disco debut en solitario ha copado los charts británicos durante todo el año. Pop británico sin pretensiones, que se mueve entre el sonido de la radiofórmula y los medios tiempos baladíes. La banda consiguió con la ayuda del cuantioso público extranjero que coreaba cada una de las canciones, y por supuesto abanderándose de la impresionante voz de la vocalista, que volara la purpurina y el buen ambiente hasta la última canción. Veremos con los años si se queda en un muñeco roto más de la industria, o si consigue romper la dinámica con un segundo buen álbum, potencial desde luego no le falta.

Continuamos en la carpa Radio 3, ya que gracias a un afortunado cambio de hora en la programación se nos presentaba la oportunidad de ver el primer concierto de Chicano Bulls, la banda que unía a The Parrots y Los Nastys. Seis componentes derrochando energía y actitud sobre el escenario mientras se iban intercambiando los instrumentos. El repertorio fue una mezcla de las canciones de ambos, una auténtica bola acústica que chocaba en el pecho, potencia acompañada de gamberrismo sobre el escenario, cerveza derramada y altos saltos propiciaron los pogos más divertidos que posiblemente se vivieron en esta carpa.

Sin prácticamente tiempo para pedir en barra fuimos al escenario Visa, había que contemplar al genuino Mac Demarco en una buena posición. Y es que calificar la música de Mac es imposible, es ya un género en sí mismo, su vestimenta redneck y su actitud de canadiense revoltoso pero amable convierte su espectáculo en algo digno de presenciar. Y lo que ocurrió sobre el escenario en poco menos de una hora fueron lametazos entre los componentes en la sudada barriga, muestras de nalgas al respetable y una magistral larga interpretación de una canción que se podría clasificar como hard rock, demostrando así que si tocan como tocan no es por limitaciones, así como Picasso demostró que podía pintar cuadros realistas ellos demostraron que, si quisieran, podrían ser más virtuosos con sus instrumentos que la mayoría de grupos actuales. Sonaron sus mayores éxitos ‘Salad days’ y ‘Chamber of reflection’ coreados tanto por el público extranjero como nacional, confirmando que su poder de atracción no se ve mermado en absoluto por las barreras lingüísticas.

MAC DE MARCO

Pero llegaba el momento de ponerse serios, Mr. Kendrick Lamar iba a pisar el escenario Las Palmas, y ya mostraba una clara declaración de intenciones minutos antes del

comienzo colocando el siguiente mensaje en las pantallas; “How much a dollar costs”, texto que le acompañaría el total del concierto (curiosamente la canción de su repertorio de idéntico título no sonó). El rey del nuevo rap americano, representante de las inquietudes del pueblo afroaméricano, amigo de Obama y creador del mejor disco de lo que llevamos de década para muchos medios especializados, saltaba al escenario con una banda que bien podría asemejarse a la de un concierto de jazz o blues, nada de djs, ni un solo sonido pregrabado, ni falta que hizo. El concierto rebosó vitalidad, sorprendentemente dinámico para haberse movido en el rock latino más Santanero en ‘I’, el blues de ‘Complexion (A zulu love)’, el sonido cercano al jazz de ‘Institutionalized’, el boggie de ‘King Kunta’ o el rap más violento de su Compton natal en ´m.A.A.d city´. Un concierto que podría considerarse una clase de historia de la música negra, aglutinador de las influencias con las que creció, y de marcadísimo mensaje político. Y después de abrirnos su corazón durante hora y media, terminar entre saltos con el lema de la canción ‘Alright’, ese pegadizo “Nigga, we gon’ be alright”, como promesa de que lo que viene para el pueblo negro sin duda será algo magnánimo, y allí estará el gran King Kendrick para narrárnoslo.

Buen reflejo de la situación social actual que vivimos, no íbamos a dejar de hablar de política en el siguiente concierto que presenciaríamos, el de los británicos Massive Attack. Arriesgadísima actuación que decidieron realizar, sin ninguno de sus hits más conocidos. Desde el comienzo con ‘United Snakes’ parecían querer decirnos que durante el espectáculo la música acompañaría a la idea, música excelsa, de calidad, pero que funcionaría como la seda que arropa el cuerpo del mensajero. Como muestras representativas las escenas siguientes; fechas y lugares de los atentados vividos en el último año con las cifras de heridos y muertos (también los acaecidos en Turquía o Afganistán), mensajes de unidad e igualdad en contra del brexit inglés en todos los idiomas (incluidos los dialectos e idiomas nacionales) en ‘Eurochild’ o mensajes de actualidad política/social española como felicitaciones irónicas a Froilán y críticas a Pedro Sanchez y Andrea Levy por su mala gestión política (que se encontraban presenciando el concierto). Como se puede observar todo de rabiosa actualidad, y con la intención de poner el dedo en la llaga lo máximo posible. Además, quizás para no resultar lineales y perder algo de fuerza, a mitad de concierto subieron Young Fathers, con las que tocaron tres canciones, una del último EP de Massive attack, y las otras dos propias de los invitados. Como última impresión solo añadir que la sensación al final fue que el público salió algo disgustado, esperando canciones como ‘Angel’ o ‘Treadrop’, pero quizás el poso que consiga dejarnos este concierto sea infinitamente mayor de esta manera, que de la que se presuponía que podrían haberlo hecho, arriesgado sí pero funcional, también.

MASSIVE ATTACK

Para despedirnos, llegaba el momento más inclasificable y divertido de Benicassim. El cierre del escenario principal con un vals, ‘El danubio azul’ de Strauss. Despedirte de los más allegados, con los que has creado fuertes lazos durante tantas horas de concierto, haciendo posturitas de bailarina o ejerciendo de gentil caballero que invita al baile a una dulce dama en un suelo lleno vasos de plástico aplastados, es uno de esos momentos que justifican cada euro del precio de la entrada.

Y así, se constató que la presente edición del FIB ha logrado que se vuelva a la senda que nunca debió perder, apoyándose en los sonidos más actuales, sin reparos a la hora de sustentar su cartel en la música negra y la electrónica, ha conseguido superar todos los obstáculos y posicionarse de nuevo como referente a nivel nacional.

Para aquellos que no quieran perderse la futura edición, de la que se espera algo como mínimo igual de divertido, ya pueden comprar el pase de cuatro días por 85 € (más gastos) . Un precio que difícilmente no podrán amortizar con dos o tres conciertos que terminen agradándoles.

Álvaro Parra Barrial

Miguel Olivencia.

Fotografías oficiales; FIB 2016.

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