Ayer jueves daba el pistoletazo de salida de los primeros conciertos del festival congregando a unas 40000 personas en Costa Ballena (Chipiona) para ver los primeros artistas en acción. El sol abrumador junto con el conocido levante gaditano daban un toque veraniego y unas altas temperaturas que no frenaron a la avalancha de rumberos que no quisieron perderse el que es el festival andaluz por excelencia.
Llevaba varios días nerviosa porque ir por primera vez alrumbo, siendo su séptima edición, me convertían en novata en toda regla, y eso, significaba que los sentimientos de inseguridad mezclado con la adrenalina de poder escuchar a grandes artistas de la talla del Langui y Macaco me invadieran. Pero eso nada más fue un espejismo ya que a medida que me acercaba al recinto junto con mi compañero de navegación, la ilusión, la alegría y la sorpresa se instalaron en mi cuerpo y ya no me abandonarían.
El pistoletazo de salida lo daba El Chojin sobre las siete de la tarde, artista de hip hop famoso por su compromiso social y por obtener el premio Guinness World Records al «MC más rápido», consiguiendo rapear 921 sílabas en un minuto con la canción «Vo-ca-li-za».
Las altas temperaturas bajo un sol abrasador no impidieron al rapero triunfar con su público o mejor dicho, amigos, como él mismo define en uno de sus temas “Fan no, amigo”.
Todos nos entregamos a sus ritmos siguiendo totalmente compenetrados sus bailes y sus movimientos en el escenario.
A continuación llegaría todo un veterano en los escenarios, Raimundo Amador. Serían las ocho y media de la tarde cuando bajé al foso a fotografiarlo. La seguridad que transmitía me dejaba perpleja.
Empezó con el tema Pa’ Mojar mientras la gente aún se instalaba en la zona del escenario Thunder Bitch. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando volviendo del foso hacia la zona de prensa mi oídos empiezan a escuchar Ay que gustito pa mis orejas. Creo que fue unánime porque no solo yo empezaba a cantarla y a sentirla, si no que el eco de la canción se escuchaba en las voces de todos los que estaban allí.
Poco a poco el artista fue animando a la gente con sus temas más conocidos a la vez que interactuaba con el público.
Lo que más me impresionó de verlo por primera vez en directo fue las buenas vibraciones que transmitía. Su sencillez y humildad como artista se hacían visibles cuando hablaba o cuando dejaba al resto de músicos que le acompañaban brillar tanto como él.
Su momento más álgido fue cuando empezó a tocar Bolleré. Porque, ¿quién no ha cantado y bailado alguna vez Bolleré me quita las penas? Pues si podéis, además, imaginarlo con una preciosa puesta de sol en color naranja y una brisa de levante refrescándote la cara. Para mí, una sola palabra para describir el momento: Increíble.
Después de la caída del sol y aun con luz natural llegó el momento de Julian Marley, artista internacionalmente reconocido e hijo del rey del Reggae Bob Marley. La atmosfera netamente musical encuadrada en aquel recinto no podía ser mejor.
El público poco a poco iba aumentando y podía sentirse mientras entraba la noche, como todos estábamos disfrutando de ese ritmo jamaicano que nos hacía movernos como si estuviéramos volando o levitando.
Sobre las once de la noche con un cielo cargado de estrellas y unas 25000 personas congregadas, entró en acción El Langui.
Gran show el que nos regaló a todos los que estuvimos allí. Su actuación, nos hizo vibrar y despertar con grandes momentos y colaboradores. Me impresionaron mucho sus letras sencillas que hacen referencia a lo cotidiano, al día a día mezcladas con un ritmo que se te mete dentro y que no puedes parar. A destacar cuando sus hijos suben al escenario a rapear con él y crean una estampa familiar que quedará en nuestras retinas y nuestros oídos.
Mi broche final fue para Macaco. Aun me pongo nerviosa recordándolo a un metro de distancia mientras lo fotografiaba desde abajo del escenario.
Su primera canción Seguiremos se la dedicaba a la sanidad y levantaba a un público totalmente entregado a su mezcla de rumba, reggae y funk. Si hubo un artista que me ganó anoche en el escenario fue él. Pura pasión y sentimiento.
Tanto él como el resto de músicos que le acompañan lo dieron todo. La música no paraba de sonar mientras enlazaban canciones de una forma sutil y perfecta. La complicidad y felicidad entre ellos y nosotros, el público, era palpable.
Consiguió hacernos partícipe de anécdotas personales cuando nos explicó que de pequeño su madre le llamaba “Mico” y que de ahí, el origen de Macaco. También nos hizo un poco más conscientes de los problemas medioambientales cuando alabó el trabajo de la gente de las islas baleares y de las islas canarias contra las petrolíferas.
Su gran actuación tuvo momentos mágicos, a destacar cuando cantó Semillas donde una de sus frases, que todos repetíamos como si de un himno se tratase, lo resume todo “Nos enterraron pero se olvidaron que somos semillas”. El otro momento fue cuando se despidió del público cantando Con la mano levantá. No puedo explicarlo bien con palabras pero fue emocionante y brutalmente increíble ver como todas las personas que allí estábamos, más o menos la mitad del recinto, levantábamos la mano, saltábamos y cantábamos junto a él. Grande Macaco.
Y ahí fue, cuando por motivos laborales, tuve que abandonar el recinto junto a mi compañero. Mi pena por tener que irme se vio pronto transformada por la ilusión y sonrisa de una niña cuando en el camino de vuelta íbamos recordando todos los momentos vividos y todas las sensaciones que habíamos tenido. Así que ahora solo tengo el deseo de volver lo antes posible allí para poder disfrutar de la segunda jornada de alrumbo fest 2016 con él y con todos los que hacen posible este tipo de eventos. Porque la vida son experiencias y ésta está siendo extraordinaria.