Para deleite de todos, comenzó la noche musical un valiente cantaor con un tema intimista, desnudo de acompañamiento instrumental, a capella, que nos hacía así gozar de su voz desprovista de adornos, una voz con hondo sentimiento. Así comenzaba a arrancar una velada de ensueño.
En el Price, quien escribe esta crónica, podía sentir que este monstruo de la música, vestido elegante, de traje negro, haciendo honor al Cante por el que le conocemos, transmitía magia a todos los que escuchábamos absortos, entusiasmados con su
espectacular estilo, con su ritmo, su cadencia, con sus palmas.
Sobre el escenario ese Cigala apasionado y hondo que esa noche volvía a las raíces del Flamenco, escrito “con mayúsculas”, lo hacía rindiendo un sentido homenaje a uno de los más grandes músicos, flamencos y guitarristas de todos los tiempos, Paco de Lucía. Los presentes tuvimos la suerte de escuchar temas flamencos conocidos, clásicos pero cantados al estilo Cigala. Enfrente teníamos a un cantaor cada vez más entregado, si cabía. En un determinado momento, cuando empezamos a escuchar los acordes de guitarra, a los que se sumó su profunda voz, arrancamos, de forma espontánea, con fuertes aplausos, empezamos a degustar el clásico tango “Soledad” de Enrique F. Jódar, en clave flamenca. La noche continuó “in crecendo”.
El entusiasmo seguía invadiéndonos a todos. Nos íbamos enredando con la música aún más. Cantó otros temas conocidos que, a esa altura de la noche, avanzado el concierto, muchos, incluso, se atrevieron a tatarear a media voz acompañando al que cantaba sobre el escenario. Un guiño a la música cubana, “Corazón Loco”, fuertemente ovacionado, “Compromiso”, también muy aplaudido, a la música argentina, por tangos, hacía deslizarnos suavemente a través de esa noche.
El broche final fue de la mano de Paloma, compartiendo escenario con el cantaor, una bailaora, que un día, nos contaba Cigala, le embrujó, y a quien quiso compartir con su público madrileño. Una bailaora con raíz, con fuerza, desgarro y sentimiento, que nos
embrujó también a todos nosotros y a la que no pudimos por menos que rendirle fuertes aplausos.
El concierto fue de Raíz. De soleás, de alegrías, de bulerías y sevillana, de fandangos con guiños al tango, al bolero. El Cigala engrandece este arte como todos los grandes de la música cuando retornan a sus raíces.
Esa noche nos ofreció la Magia del Flamenco, fue el sabor de Diego El Cigala.