Un piano que invita a ser acariciado y un enigmático personaje que, con su maleta repleta de secretos, vislumbra en un muelle abandonado enclavado en un paisaje desértico y desolado una serie de geométricas formas platónicas: un seductor lienzo de Daniel Alonso sirve para desflorar el nuevo proyecto de Víctor Fernández que, tras abandonar Darksun, se ha empapado de nuevas influencias y simpatías para fundar este trío con Dina Nasser y Juan B. Rodríguez ‘Txendo’, que cuenta con la asistencia de una miríada de correligionarios de la escena nacional como Dani G., Juanjo Abad o Ian Álvarez para dotar a cada composición de una pátina particular.
En el inicial ‘Eternal Awakenings’ queda patente que, bajo un notable vigor instrumental y una resolutiva claridad de ideas, Döxa pretenden romper con los grilletes de lo previsible y lo predecible al situarse en el punto en que intersectan la épica del metal con la elegancia del gótico, la crudeza del black melódico con el virtuosismo del progresivo y todo ello matizado con los aportes proporcionados por una amplia nómina de colaboradores. Asimismo, la dualidad de voces masculina-femenina, que simultanea el rugido afilado con el tono clásico o el canto lírico, y el hecho de incluir instrumentos ajenos al universo metálico como armónica, acordeón o didgeridoo alejan al ideario del trío del resto de formaciones estatales y señalan nuevos caminos para la evolución del género al huir de la repetición de esquemas agotados o fórmulas excesivamente gastadas.
Así, ‘The Devil In Love’, que cuenta con un magnético estribillo que establece perennes sinapsis en nuestras neuronas, remite a la majestuosidad épica de Cradle Of Filth y ‘Heaven Is Frozen’ despunta gracias al contraste entre coros angelicales, nervio instrumental y destellos de metal progresivo que les sitúa en algún punto entre las páginas de los manuales de estilo de Devin Townsend, Therion o Dream Theater.
Y aunque se presente la duda de cuál sería la proyección comercial del compacto si se vertiera en la lengua de Cervantes, estamos ante una fructífera y generosa declaración de propósitos que les llevará a continuar navegando por los insondables océanos de la inspiración para situarse a un solo paso de jugar en la división de honor del metal peninsular, aquélla en la que concurren jugadores como Saratoga, Sauze, Nocturnia, Centinela o Dulcamara.