No es un festival, en contraposición al éxtasis masivo de los grandes eventos musicales. Tampoco es un circuito de showcases y no sería muy correcto hablar de un evento exclusivo, aunque la idiosincrasia de Ronda y la bodega Descalzos Viejos inviten a fantasear con una noche diferente. El pulso vibrante de la música en vivo en un entorno agreste y dolorosamente bello. Quédense con esta definición.
Planteen un fin de semana en un municipio histórico inflado de vida. Programen un paseo por una meseta cortada de cuajo por el machete del río Guadalevín. Mañana y tarde gastronómica, de capote y galería de arte, regando el gaznate con caldos de la zona y dejándose llevar, con la luna, por una íntima reunión de amantes de la música.
Y no, esto tampoco es un texto promocional para turistas de Nikon y chanclas. Se trata simplemente de la invitación de unos amigos. Un año más, les esperamos.
Emilio Rodriguez Cascajosa