¿Me dejáis elegir dos grupos para escuchar conduciendo?
¿Para escuchar trabajando? ¿Para escuchar estudiando o paseando?
¿Para ver en directo? Elijo a Dream Theater y a Symphony X,
por lo que se puede decir que este era mi concierto perfecto.
En primera instancia tengo que declarar mi imparcialidad, puesto que Symphony X es uno de mis grupos preferidos, y Dream Theater……son la banda sonora de la película que es mi vida. Así pues, si quieren contrastar mi opinión sobre el memorable espectáculo que nos brindaros estos monstruos, pueden leer otras crónicas.
A priori, el sitio me parecía demasiado grande para dos grupos progresivos, una música históricamente minoritaria. Pero se me olvidaba que Dream Theater están alcanzando una popularidad propia de una banda que está marcando un punto de inflexión en la historia del rock, así pues, el palacio de deportes se llenó por completo.
Espero, deseo y ansío que Symphony X vuelvan a España como cabezas de cartel, desplegando su propio espectáculo. Mientras tanto, nos tomamos una “tapita” antes del plato fuerte. Eso si, una tapa de caviar.
Symphony X aparecieron en escena con cinco canciones de su último disco: Oculus Ex Inferni, Set The World On Fire, Domination, The Serpent’s Kiss y la que da nombre al disco, Paradise Lost. Esta última me pareció la mejor, con unos ritmos mas pausados, un piano inicial exquisito, y un Russell Allen colosal, no tengo palabras, pero sin duda tiene una de las voces mas prodigiosas que jamás he escuchado.
Respecto a los músicos, me quedo en blanco al intentar hablar de Micheal Romeo, es indescriptible verle pasear esos dedillos regordetes a una velocidad de vértigo por el mástil de su guitarra, sacando un sonido perfecto. Jason Rullo y Michael Pinnella no lucieron mucho, puesto que las canciones elegidas fueron las más rápidas y contundentes, no dando pie a estos dos grandes músicos a su lucimiento. Una gran alegría volver a ver a Michael LePond en el escenario, tras ser operado en el 2006 de la enfermedad de Crohn.
El ritmo enloquecedor de Inferno me refresco la memoria del magnífico concierto que vimos en la anterior gira, hace ya cuatro años. Sea Of Lies y Of Sins And Shadows recordaron el que para muchos es su mejor disco, The Divine Wings Of Tragedy.
Dream Theater inicia el espectáculo con Constant Motion, un sonido impecable, un público entregado cantando todas las canciones, un juego de luces que atrapa el sentido de la vista, complemento ideal para el oído.
Strange Deja Vu retoma uno de los discos que supuso la apertura de su música al público general, Scenes From A Memory, de cuya gira tengo un gran recuerdo, puesto que fue la primera vez que tuve la oportunidad de verlos.
Blind Faith fue toda una sorpresa de su Six Degrees Of Inner Turbulence. Seguimos repasando su discografía, llegando a uno de los momentos álgidos del concierto, Surrounded se encargó de emocionar a los más nostálgicos, a todos los que idolatramos su impresionante Images And Words.
A estas alturas de la vida, valorar la técnica de músicos como John Petrucci está de más, así que solo destacaré lo gratificante que resulta que en medio de las canciones, al terminar Petrucci los solos, todo el pabellón aplaudiera enloquecido, buena muestra del espectáculo que estábamos viendo.
Una de las sorpresas de la noche vino con The Dark Eternal Night, posiblemente la canción que menos me gusta de su último disco, pero que resultó perfecta en directo, acompañada por unas proyecciones de animaciones protagonizadas por los propios músicos. Además, no es lo mismo escuchar el CD que ver a Mike Portnoy tocando de pie en esa barbaridad de batería que tiene.
Forsaken continuó presentando su último trabajo, Systematic Chaos. Otra de las apoteosis vino con Take The Time, apuesta segura de éxito, con la que enloqueció el público.
Jordan Rudess estrenaba teclado, otro más, pero este era especial, se lo colgó como si de una guitarra se tratase y se paseó por el escenario haciendo solos doblados con Petrucci, uniéndose al show un John Myung mucho mas activo que de costumbre, intentando ser más humano, cosa que de sobra todos sabemos que no es, puesto que es inhumana la forma que tiene de tocar el bajo.
Era el momento de levantar los brazos y cantar al unísono The Spirit Carries On, consiguiendo así una fusión total entre la banda y el público.
Se apagan las luces, y de golpe, con una coordinación espectacular, In The Presence Of Enemies partes 1 y 2 dejaron perplejos a los asistentes, conjugando todos los factores que hacen grande a esta banda, la técnica, la melodía, partes instrumentales, grandes estribillos, teclados majestuosos y un James Labrie que atraviesa una segunda juventud, moderando su voz en las tonalidades más altas para no destacar en demasía.
No podía faltar el típico medley al que nos tienen acostumbrados, este repasó cinco de sus discos, e incluyó las canciones Trial Of Tears, Finally Free, Learning To Live, In The Name Of God y Octavarium.
En tren, en coche, en autobús, en avión, de todas esas maneras abordamos Madrid para vivir este inolvidable concierto. Besos y abrazos para todos los que me acompañaron: Lidia, Migue, Juan, Carlos, Seva, Agustín, Carmen, Dani y Patry.
Y por supuesto gracias a John Petrucci, Mike Portnoy, James Labrie, John Myung y Jordan Rudess por inyectarme aquella noche un poco de esa ilusión que le da sentido a todo.