Cuando erais niños seguro que soñabais con ser futbolistas, astronautas, conductores de fórmula uno, o incluso, ninjas. Asier Etxeandia soñaba con ser actor, cantante, bailarín, en definitiva… intérprete. Y parece que lo ha conseguido. Lo suyo le ha costado, pero parece que ahí está, interpretando y disfrutando con lo que hace.
Resulta que Asier hace tiempo decidió que iba a hacer lo que le gustase y consiguió que tres amigos más se unieran a la causa. Así nació la Factoría Madre Constriktor, y junto con Tao Gutiérrez, Jose Luis Huertas y Ana Sánchez de la Morena, comenzaron a darle forma a una pequeña obra autoproducida de carácter íntimo, sin sospechar que se convertiría en uno de los fenómenos escénicos de la temporada.
Podría contaros de qué trata este monólogo musical, pero sinceramente… creo que merece más la pena que vayáis a verlo. Eso sí, os puedo contar por qué merece la pena que invirtáis vuestro preciado tiempo en asistir al evento. Por supuesto y, en primer lugar, por Asier. No me malinterpretéis, me refiero a las dotes artísticas del bilbaíno, a cómo se come el escenario desde el primer momento en el que lo pisa, a su despliegue de encanto y su voz modulada que entona temazos que han marcado generaciones, la tuya, la mía, la de tus abuelos o mis padres, pasando por Gardel, Chavela, los Rolling o Tom Jones. Seguro que sales con ganas de cantar y bailar, aunque lo hagas mal, créeme, a mí me pasó.
El intérprete es un gran espectáculo de música en directo en el que se hace partícipe al público incluso antes de levantar el telón: haced fotos y compartidlas, no apaguéis los móviles. Etxeandía insta desde el escenario a su público a que se levante, cante y baile, evidentemente, esto tenía que acabar en éxito, ¡si incluso hay una coreografía que la gente lleva preparada!
Se trata de una obra diferente, hecha por un intérprete diferente para gente diferente. Sí, en definitiva ese es el mensaje y por ese motivo merece la pena. Pero ojo, lo diferente no es malo, simplemente es algo que se sale de la norma, pero que resulta perfectamente válido y además puede ser tremendamente divertido. No lo olvides nunca, defiende tu sombrero por ridículo que parezca. Si vas pensando que se trata de un show musical más, estás equivocado.