Hace unos días recalé en el valenciano Pub Paberse (a.k.a. Pa’berse Matao) para un concierto de esos que puede que no llamen demasiado la atención en la programación musical de una ciudad, pero que prácticamente te aseguran la diversión. Al menos, si te gusta el Metal más potente.
Se trataba de una terna de bandas, de las cuáles sólo pude llegar para ver a dos. La primera de estas sería Nuclear Revenge, unos chicos de Vitoria que hacían un verdadero homenaje al Thrash ochentero europeo (particularmente el alemán) con su sonido.
Lo cierto y verdad es que estaba descubriendo a Nuclear Revenge en ese momento; no había tenido contacto con su música antes. En parte, y tal vez por eso, resultaron unos inigualables teloneros de Destroyer 666. Caldearon el ambiente con un estilo muy definido y reconocible por la concurrencia, a pesar de que los temas no fuesen del dominio de todos. Pero sí las trazas de guitarras que se asemejaban a las del “Endless Pain” o el “Terrible Certainty” de los primeros Kreator, o los ritmos fulgurantes de unos primigenios Destruction. O incluso la sonoridad de los Sodom más ochenteros.
Todo ello se me representaba (y no fuí el único) escuchando a Nuclear Revenge en el Paberse, con una acústica, eso sí, que resultaba poco adecuada para disfrutar no ya de matices, sino de los propios riffs en ocasiones. Al moverse por la sala se podía encontrar mejores ubicaciones para apreciar la música de los vitorianos, pero no dejaba de ser un hándicap que deslucía el show. Pero bueno, tampoco era una situación excepcional de este concierto en particular.
Decir que presentaban su único larga duración, “Let the Tyrants Rise”, del año pasado. Y la formación la componen: Cryptic Molestor (Mikel) a las voces y guitarra rítmica, Pestilence Breeder (Xabier) en la guitarra principal, Gaueko en el bajo y Speedhammer (Daniel) en la batería. Por cierto, que parece ser que este sería el último concierto de Gaueko como bajo de la banda.
También quiero hacer notar la gran voz de su frontman, moviéndose en texturas muy genuinas también de la época gloriosa del Thrash teutón con una facilidad y destreza realmente notables. Y por otro lado, una estética que también se movía en los ambientes propios a esta música tan característica, aunque algunos detalles me evocaban a otras bandas tan macarras como los Venom.
Un show para disfrutarlo en grande y para marcar el nombre de Nuclear Revenge para futuras oportunidades.
Pero llegaba el tiempo de los cabezas de cartel, los australianos Destroyer 666, que volvían a rotar por España y recalando, en este caso, en Valencia.
Desde el comienzo, el grupo se mostró muy cómodo y entonado con el público, arrancando con un “Wildfire” de su último LP. Eso sí, el sonido, como pasara con Nuclear Revenge, dejaba que desear. Según la posición en la sala, sonaba mejor o peor, no pudiendo disfrutar por entero de los buenos punteos de guitarra, por ejemplo.
Se esperaban cortes clásicos, solicitados por buena parte de la concurrencia, la cual parecía conocer bastante bien la trayectoria de estos “down under” del Thrash – Black. “Live and Burn”, “Call of the Wild” o “A Breed Apart” serían algunos de estos temas ofrecidos por una banda que celebra sus 25 años en la brecha del Metal (a niveles más underground, eso sí), en los que han repartido sus apenas 5 Lp’s. Corta producción pero, a juzgar por los temas propuestos para el repertorio, con buenos frutos.
El cuarteto encabezado por K.K. se dejaba llevar por un setlist que iba increscendo y que parecía muy bien conectado al público. Así, tras “I’m the Wargod” o “Sonso f Perdition”, llegaba una aclamada “Trialed by Fire” que terminó de desentumecer a los más estáticos y marcó un punto álgido en el show. Una gran y fulgurante melodía en las cuerdas de la guitarra de R.C., que se potenciaba con una buena dosis de agresividad, representaba bastante bien el resumen del estilo de Destroyer 666. Todo sin olvidad la voz que cuadraba con la dureza del género.
No faltaron “Lone Wolf Winter” o “Satan’s Hammer”, dando unos toque que se querían aproximar al Black escandinavo.
A todo esto, a K.K. se le rompieron un par de cuerdas de su guitarra justo antes de la cover del “Iron Fist” de Motörhead. No pasó a más porque agarró su micro y cantó con la rodilla hincada en el escenario, dando una sensación aún mayor de entrega a las voces.
Hubo que esperar unos minutos hasta que recuperó la Flyin-V ya operativa, momento que aprovechó el el bajista Felipe Plaza para charlar con el púbico en su castellano chileno.
Para rematar el show, Destroyer 666 echaron mano de todos sus recursos: cambios de posición y micros, empatía total con un público volcado en constantes pogos, pits, stage-divings… Quizás nada nuevo, pero sí muy divertido y disfrutado. Así hasta que cortes del calado de “Satanic Speed Metal” iban perfilando el final de su tiempo.
En fin, un concierto muy entretenido que resultó una pequeña joya dentro de un garito con tanta solera como el Pub Paberse. Teniendo en cuenta que el grupo viene literalmente de la otra parte del mundo y que, por tanto, puede ser difícil de ver de manera asidua, era el momento de disfrutarlos… Y así lo hicimos.
Nos vemos en la próxima.
Salud!