Sala Imagina. Cádiz, 17 de diciembre.
Habían venido a darlo todo y lo hicieron. Puntualidad casi británica –debe ser por lo de los últimos destinos- y casi dos horas de concierto dejaron a la gente con el corazón arrebolado y el cuerpo clínicamente muerto.
Lori Meyers apuntaba con dar el concierto de la temporada y lo hizo en una sala que este año ha acogido ya algunas de las propuestas más interesantes de la programación gaditana. La Sala Imagina se arrancaba a botar a las 00.16 minutos del sábado con Nuevos Tiempos y más de veinte temas repasarían de cabo a rabo la discografía de la banda granadina para arrancar los coros de un público fiel que llevaba mucho tiempo esperándolos. De riguroso -y también británico- negro y camisa blanca, Noni y los suyos se sabían en casa. El aforo permitía la cercanía y el sonido era más que bueno. Sólo había que dejarse fluir, dejar que la gente se lo pasase bien: “Buenas noches Cádiz, vamos a darlo todo en nuestro último concierto del año”. Ahí iba eso.
Condicional Hipotética y Dilema abrieron boca para Luciérnagas y mariposas para un público que se dejaba la garganta cantando los pegadizos estribillos. Un público entre el que destacaban los enganchados recientes, captados a partir de su último trabajo Cuando el destino nos alcance, pero también los incondicionales de siempre capaces de dejarse el alma con los temas de Hostal Primodán y Cronolánea. Es lo que tiene la fórmula Lori Meyers, no es nueva, es quizás hasta machacona, pero nunca, nunca falla.
Sobre el escenario Noni y Méndez alternaban la voz y la guitarra y acercaban de vez en cuando el micrófono a un público que se sabía más que bien esas letras a medio camino entre la neurosis sentimental y el manifiesto de una generación confundida. Parte fundamental del sonido Lori Meyers, batería y bajo moldearon con virtuosismo de estudio temas nuevos como Corazón elocuente o Rumba en atmósfera cero pero también clásicos de la banda en interpretaciones memorables de hits como Tokio ya no nos quiere o De Superheroes. El set list no pensaba defraudar a nadie.
Abarrotada, lejos de la humedad invernal que fuera dejaba sin aliento, la Sala Imagina vibró en un concierto que convenció hasta a los más escépticos. Superada con creces la hora y media, el grupo se retiró para un descanso. No son los bises, pero hay quien se pone nervioso. El regreso de Noni, sentado en el teclado, inaugura la parte más melódica de la noche de la mano de ese himno setentón que es Castillo de Naipes. Le siguió un puñado de temas seleccionados in crescendo hasta acabar con dos de los hits -si es que en ese disco hay algo que no tenga espíritu de hit- del último trabajo: Aha han vuelto y Mi realidad.
Agradecido y consciente de que al grupo le quedaba ya poco que cantar, la gente recibió entusiasmada la versión lorimeyeriana del clàsico de Juan&Junior La Caza y terminó de dejarse el alma en el escenario con Alta fidelidad. Eran ya casi las dos de la mañana y con las melenas sudadas, el grupo hacía un hueco para que Noni hiciera su aparición estelar vestido con la camiseta de Cádiz C.F. La de Mágico González, nada menos. Los ritmos cambian, la percursión muta misteriosamente hacia sonidos poco reconocibles y suena una improvisada rumba para poner el broche final a una noche redonda. Lo dice Lori Meyers y el público se deja llevar con las palmas. En Cádiz, y al compás, el estribillo suena "Todo esto es curpa de la gehnte".
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Redacción: Fátima Vila / Fotografías: J.M.Grimaldi