El pasado lunes 16 de noviembre unos pocos afortunados, es decir, 18.000 espectadores, pudimos presenciar que el grupo inglés Depeche Mode no ha perdido un ápice de su brutal directo en treinta años.
Tras ignorar al grupo telonero “Soulsavers” con ansias por escuchar a los de Basildon después de 3 años de ausencia en la capital, Depeche Mode saltaron al escenario de manera puntual. Con una bola del mundo en lo alto del mismo, icono de su último trabajo, empezaron a tocar “In chains”, “Wrong” “Hole to feed”, tres de los temas de este último: “Sounds of the universe".
Con un público no demasiado entregado en estos primeros temas y deseoso por escuchar sus grandes hits, siguieron su repertorio con “Walking in my shoes”, momento en que todo el Palacio de Deportes de Madrid se vino, literalmente, arriba. A partir de este momento empezó el buen hacer de este grupo, si bien no son conocidos por regalar a la multitud vistosas versiones de sus temas sí son unos maestros en el dominio de la voz y sonido. Gahan, no paró en todo momento de alentar a los asistentes, contonearse, sonreír; es su medio, lo domina y nos hace gozar sin límites mientras está ahí arriba.
Arropados por una pantalla gigante a sus espaldas y un escenario casi desnudo, dieron buena cuenta de sus últimos trabajos: “Playing the angel”, “Ultra”, “Songs of faith and devotion”, “Violator”, llegando incluso a enloquecer al gentío con temas de su álbum “Black celebration” (1.986) dos de sus temas más emblemáticos “Fly on the windscreen” y “A question of time”.
Por supuesto, no podemos olvidar las canciones interpretadas por Martin L. Gore, nuestro estrafalario y falso rubio favorito; inmensa su voz en “Home”, “Sister of night”, “One caress” y “The bottom line”. Mucho más tímido que Gahan pero capaz de dominar las voces de todos y cada uno de los presentes en el recinto con un solo gesto de mano.
Después de dos horas de concierto, y cerrando el show con una versión de “Personal Jesus” puro rock and roll en sus primeros acordes, no se puede negar que, para ser un concierto tan estudiado, tan bien orquestado, no dejó indiferente a la concurrencia.
Y cuando regresen a Madrid dentro de 3, 5, 10 años, allí volveremos a estar 18.000 personas, ignorando por completo a los teloneros y expectantes por ver a Gahan, Gore y Fletcher de nuevo.