Hacer una crónica de un concierto de Xoel López, ya sea como Deluxe, Lovely Luna o One Hit Wonders, es caer en el peloteo, en la adulación y en el cobismo. Es así. Pero es irremediable. Se ponga como se ponga uno, Xoel tiene un talento arrollador, y según va pasando el tiempo, lo va puliendo.
Desde aquel ecléctico If things were to go wrong el coruñés se ha ido centrando, conteniendo su capacidad compositiva, estilísticamente inabarcable, y concretándose en una propuesta propia, sólida y desbordante de clase. A todo eso ayudan las mil caras de Xoel: como letrista se va superando, como guitarrista está a un nivel altísimo, como cantante tiene una voz privilegiada, y como compositor tiene una facilidad tremenda para ese tipo de melodías, que algunos llaman pop con cierto desdén, pero que simplemente te inundan y te atrapan a la primera.
Esa inmediatez es complicada de sostener, ya que hay que apoyarse en un trabajo brillante y en unos textos profundos. Y Xoel cumple de sobra con ello. Pero no sólo eso, es que encima tiene una excelente banda, que en ocasiones hace que te olvides de quien es el tipo ese de barbita y gafas, y te centres en los seis tíos que tiene detrás. Además de todo lo dicho, Deluxe (o Xoel, o como queráis llamarle) publica nuevo disco, Reconstrucción, apenas 11 meses después de Fin de un viaje infinito, su mejor disco. de largo. Y algunos fans y periodistas nos reunimos en la sala Sol para ver a que sonaba lo nuevo de Deluxe.
Y lo cierto es que existe una línea clara y continuista entre esos dos álbumes. Frente al rupturismo de anteriores discos, parece que Xoel ha encontrado un camino propio que explotar. La madurez, que lo llaman algunos.
El concierto fue un compendio de todo lo dicho, aunque con un sonido bastante malo, y con un Xoel, en ocasiones, excesivo, muy ególatra, ante la mirada atónita de sus propios músicos. Pero se le perdona. De lo nuevo, me quedo con varios temas: Reconstrucción, en donde Xoel mostró su habilidad con la guitarra, su bis cómica y de showman, y que fusionó al final con Ticket to ride (muy socorridos últimamente los Beatles), Tendrás que hacerlo mejor, la dylaniana del repertorio, con acústica y armónica incluida, Paseo en bici por Riazor, un instrumental que suena a Morricone y Pulp Fiction, muy peliculero. El single más claro es Historia universal (el amor no es lo que piensas), letra explícita, accesible, y con melodía quedona. Dan ganas de mover los pies con ella.
En Adios corazón se vivó uno de esos momentos que valen la entrada (o la acreditación): músicos improvisando, pasándoselo pipa, público entregado, y un extraño duelo entre Xoel con la guitarra y Tuli con su saxofón.
Tras esto, los bises, en donde el público, un poco frío al principio, cayó rendido. Primero con Ver en la oscuridad, la mejor letra de Deluxe, coreada hasta la extenuación por todos. Después con Amor valiente, a la que dio un toque más rockero con la guitarra eléctrica. Y terminó con Rostro de actriz y Réquiem, muy celebradas también, y entremezcladas con pasajes de los Who y de Ryan Adams.
Para cerrar este ejercicio de adulación, señalar que Xoel es el tipo con más talento de su generación, esa que forman Pereza, Quique González, Iván Ferreiro o Amaral, la del Laboratorio Ñ. Unos tocarán mejor, otros escribirán más, alguno será más guapo…pero ninguno recoge todas las cualidades de este artista (sí, como la Jurado).
Fotografías: Diego Blanco