El viernes 17 comenzamos la noche con la delicada actuación de Musgö.
Con una atmósfera cuidada de luces, vestuario y decoración, la artista apareció acompañada de su particular instrumento: un arpa.
Sujetada con una cinta, como si fuera una guitarra, del instrumento nacieron, ese precisamente es el verbo, unas melodías intensas, depuradas y dinámicas junto con una voz más que particular. Una batería y una guitarra eléctrica se añadían al conjunto. Lo más peculiar fue un platillo cortado que al acariciarlo con la baqueta producía un sonido rasgado muy al tono de la actuación. Un poco de estilo vintage con soul fue lo que marcó la línea interpretativa de la vocalista, por no hablar de la complejidad en la composición de los temas que dieron lugar a un resultado más que sensorial. En una ocasión dejó el arpa descansar y se atrevió desnuda con su voz íntima y agrietada.
Musgö logró entusiasmar a los espectadores, traspasándole un poquito de la magia que deposita en sus canciones y versiones. Una puesta en escena que no dejó indiferente a nadie; una atmósfera ondulada y desgarrada con la que recibimos a Club del río. Esperamos más de ella próximamente.
A continuación, Club del río subió al escenario con su característico buen rollo y ánimo. Un total de trece temas engrosaron la noche en la sala Fun Club. Desde la primera canción el baile fue una constante en el espectáculo, tanto los espectadores como los propios miembros.
Bombos, maracas, armónica, eléctricas, bajos, baterías y clásicas se enredaban en la música. Tienen una especial habilidad para transformar el ánimo y la perspectiva de los oyentes, transportándolos a la vereda de un río de una Sevilla en primavera. El escenario se les quedaba un poco pequeño tanto por su calidad como número de artistas, pero eso no fue ningún impedimento para ofrecernos un espectáculo vibrante.
Las canciones más esperadas sonaron con fuerza y el mismo público colaboró en ellas en camaradería. Hicieron un repaso por sus temas principales de todos sus álbumes, destacando su Hasta el río, con el que nos hicieron retumbar. Especialmente emotivo fue el momento en el que Mi hermano y yo -amigos de los artistas- subieron al escenario y cantaron junto a ellos. En sus obras se mezclan estilos alternativos, otros más rockeros y algunos tramos de balada… y este “sol y sombra” llegó hasta la pista y nos poseyó desde los talones. Siempre prometen un gran espectáculo y cumplen, así que solo me queda decir… ¡hasta la próxima! con las expectativas bien altas.