Ya es hora que se reconozca el enorme talento y directo de estos canadienses. Y parece que una trayectoria granada de grandes discos y giras interrumpidas, comienza a dar sus frutos. En esta ocasión al fin pudieron colgar el cartelito de “sold out” en la puerta y por ella salieron a hombros de un público tremendamente agradecido.
Sin duda, la mejor manera de celebrar la pre-nochevieja era asistiendo a un concierto de los punkrockers falderos más fiesteros que hoy en día se pueden ver sobre un escenario. Y es que a todo aquel que los haya visto alguna vez en concierto, la primera palabra que acude a la mente es diversión. Su música invita a brincar y cantar a grito pelado con una cerveza tostada en la mano, a brindar por la amistad y por el sentido de pertenencia a un país, a un grupo o a lo que te venga en gana.
En esta ocasión les costó un poco arrancar motores. Sonando en un principio un poco flojos con la voz de Paul Mackenzie un poco ahogada, pero debo decir que la segunda mitad del concierto fue sublime. Durante casi dos horas de set, interpretaron todos sus clásicos, alternando con su último álbum “Off The Leash “.
Como siempre hicieron gala de su gran sentido del humor rozando en ocasiones la auto parodia como cuando el cantante se disculpó a su manera diciendo que” después de una relación de tantos años con su voz lo estaban dejando “o cuando habló de las dificultades de ser un hijo bastardo dedicando “Bastards Bugger Off”, a todos aquellos que lo fueran.
Las melodías contagiosas de “Let´s We Forget” o “Anyone Else“o “Pour Decision“hicieron enloquecer a la chavalería. “Bitch Of The Money “dedicado a la reina de Inglaterra. El jubilo se desató con“Best Day Until Tomorrow “una de las canciones más alegres que se han oído jamás La reivindicación de la sus raíces y de la tierra escocesa vino de la mano de temas como “Chip “u “Outta Scotch”.
No obstante, y a pesar de todos los buenos momentos musicales que nos regalaron, a casa nos fuimos con el recuerdo del bajo vientre de Paul Mckenzie.Una vez más se empeñó en deleitarnos con ese cuadro, pero bueno, una no puede evitar sentir cierta simpatía por su obscenidad. Hasta pronto, seguro que sí.
Foto: Javier Jimeno.