Luego llegaron las estrellas de la noche: qué difícil lo ponen los Guadalupe Plata para explicar lo que hacen en el escenario, su despliegue oscuro de poderío y sensualidad fangosa. Increíblemente originales e hipnóticos, los de Úbeda vuelven al festival que los empezó a ver crecer convertidos en figuras. Espléndido el concierto con el que cerraron la primera jornada de la Deezer Monkey Week.
El sábado abrió sus puertas la bodega de Mora y por sus diversos espacios pudimos asistir a conciertos de todo tipo. Lástima que en el Manual de superviviencia sólo quedaran recogidas las actuaciones del escenario de Mondosonoro y no las del resto de los stands. Hay que destacar el espacio de las guitarras Gibson, donde hubo siempre gran ambiente y excelentes miniactuaciones improvisadas. El viernes vimos allí a Pelo Mono y, sorpresa, a Raimundo Amador. El sábado, a Yani Como y Ricardo Vicente, que también presentaba su libro-disco ¿Qué haces tan lejos de casa?, publicado por Banda aparte, que también tenían un stand. El editor, Antonio de Egipto, muy amable y dedicado presentando su propuesta de músicos-autores. Oso leone, Niño y pistola y Mox Nox, acompañados por café con brandy y anís con limonada, pusieron la nota indie en el escenario principal.
Por la tarde por los showcases esparcidos por distintos bares y discotecas de El Puerto de Santa María andaba suelto el verdadero espíritu del Deezer Monkey Week: que los promotores, la prensa y el público fanático puedan escuchar grupos nuevos. La calidad, dispar. Pero la emoción de poder escuchar músicas completamente distintas con sólo cambiar de bar durante tres días es fantástica. En la plaza Alfonso X, conciertos más multitudinarios para el público sin pulsera, como Los News, grandes provocadores de respuesta del público (ganadores junto con Algunos hombres de la final pop rock Desencaja de este año) o La inesperada Sol Dual.
Sorprendente la actuación de Furia en La cristalera. Si se pudieran mezclar a los Pixies con Roxy Music, saldrían ellos. En El niño perdío vimos a Carlos Jean bailando como un descosido con los I didn't see the car, después de que los Zodiacs (bastante aburridos y anodinos) se hubieran marcado unas versiones de Lou Reed.
En la sala Gold nos encontramos con Picore. Este cuarteto de Zaragoza escapa de toda clasificación. Que en los tiempos que corren un grupo se suba al escenario a hacer lo que le da la real gana tiene mucho mérito. Si además su propuesta completamente fuera de todos los parámetros está bien facturada, mejor que mejor. Los cuatro de Zaragoza lo dieron todo en una performance inquietante que a mí por lo menos me dejó anonadada. Lástima que no tocaran otra vez.
Después de ellos se llenó más la sala para ver a los Money for rope, unos asalvajados venidos de Australia con dos baterías no aptos para letárgicos. El contraste con el concierto de Josephine Foster fue brutal: para ver a la canadiense etérea entramos al espacio recogido y silencioso del Teatro Muñoz Seca. La Foster parecía que se había dado un atracón de flores silvestres antes de subir al escenario.
Otra actuación fuera de lo corriente: Gaf y la estrella de la muerte, en el Mucho Teatro. Por verlos a ellos nos perdimos a Julián Maeso que parece que echó abajo la Plaza del Castillo. Esta banda superpoblada de Canarias va cambiando los puestos sobre el escenario para construir la banda sonora de algún sueño inquietante o la música que podría oírse bajo el mar durante una tormenta. En un festival así se agradece lo diferente. Luego tocaron Aurora, a quien teníamos ganas de ver en directo a ver cómo defendían su disco lleno de pistas y efectos. Y muy bien, aunque a los muchachos les falta un poco de rodaje en lo que respecta a comunicarse con el público. Fuimos a ver a los Stone Pillow al Mondongo pero entre los problemas que tuvieron con el sonido y que después de Picore, Money for Rope y La estrella de la muerte los malagueños por contraste sonaban mucho a pop convencional, nos fuimos pronto. También queríamos ver a Pelo Mono en su actuación nocturna. El guitarra de Guadalupe Plata y el baterista de Los fabulosos macarrones nos habían gustado por la tarde en la bodega de Mora, pero a las tantas de la mañana en la sala Burladero la actuación no nos gustó nada, estaba el público bastante trastornado y los músicos también, aunque no les podíamos ver la cara dentro de las máscaras de mono. Por suerte al día siguiente los vimos tocar en la terraza del bar Santa María (punto de avituallamiento del festival), llena hasta decir basta, donde dieron un concierto de rock bestial con momentos de trance psicodélico colectivo. Otro de nuestros favoritos de esta Deezer Monkey Week.
Para terminar la noche del viernes, The Posies haciendo Frosting on the beater, un viaje al pasado de estos músicos que ya andan por El Puerto como si fueran de aquí de toda la vida. A Ken Stringfellow pudimos verlo al día siguiente, bien temprano, con la misma ropa de la noche anterior dentro de la bodega de Mora dando un concierto en solitario mientras se tomaba su copita de Cream e invitaba a Muni Camón a cantar con él Doesn't it remind you of something. Gran momento multitudinario en el escenario de Mondosonoro con la actuación de Mopa, con su teclado, su camisa verde apio y su falta absoluta de vergüenza hablando espanglish, se llevó al público de calle. No deja de sorprender que luego en la actuación del Nafas Ensemble (violín, contrabajo, violoncelo y el gran Jaume Compte tocando con su laúd, guitarra y percusiones música balcánica) no hubiera casi nadie. Los de Mallorca volvieron a tocar en la terraza del Santa María por la tarde y volvimos a verlos. Exquisitos. Después de ellos Perlita, pop electrónico convocador y convulso de la mano de Pedro Perles (Ledatres, Bigott) que llenó de un público completamente distinto la terraza.
Vimos a Lisa & the Lips en el stand de Gibson en Bodegas de Mora; su soul funk con metales y la gran la cantante de los Bellrays la armaron en la bodega: ganas de bailar y de vivir instantáneas. Estos músicos excelentes repitieron en el Mucho Teatro por la noche y el público fue muy feliz con ellos. La cola para ver a León Benavente en el Teatro Muñoz Seca era enorme. El concierto empezó con mucho retraso pero mereció la pena la espera. Este grupo, que grabado no se sale de las convenciones, tiene un directo fulminante, tremendo. El público se levantó de las butacas y se acercó al escenario a bailar El rey Ricardo. Abraham Boba terminó tirándolo todo por el escenario. The damned, con toda su historia a cuestas, no convencieron en el Mucho Teatro: no sólo por los fallos constantes de sonido, The damned dejó muy claro que el punk ha muerto o que se ha convertido en un producto masticable. Nos quedamos con su versión del Eloise de Paul Ryan, que para eso era el concierto, para la nostalgia. Y con los componentes disfrazados: el cantante de Edgar Allan Poe, el tecladista de profesor de Hogwarts, el guitarra de skater de 1983. Luego volvieron The Posies para hacer los temas del Amazing disgrace de 1996, nada que nos conmoviera. Nos quedamos con el espíritu independiente de los grupitos dispersos por los showcases. A ver qué toca el año que viene.
Texto: Inma C.
Fotos: JM Grimaldi – www.jmgrimaldi.com