Por décimo año consecutivo y tras probar con distintas localizaciones, Creamfields
reaparecía en 2010 en la playa de Guardias Viejas (Almería) con una propuesta mixta en
la que intercalaba su clásica apuesta por los sonidos de club con un tímido pero acertado
acercamiento a la música de graves.
Los primeros en dar la nota en esta edición fueron los italianos más macarras de la escena
maximal: Bloody Beetroots y su death crew 1977. Tras haber reventado calderas en
Primavera Sound y Monegros, el electrodúo fue el primero en hacer sufrir a los usuarios
de lentes de contacto con su electro satanista y pasado de rosca.
Antes de que las remolachas sangrientas guardaran en la taquilla sus sintes con forma
de látigo, en el escenario secundario dos amigos de la infancia daban lecciones de cómo
montar un fiestazo de dubstep al más puro estilo londinense. Skream y Benga, los padres
del won-won demostraron que su hijo no ha parado de crecer y que ya le han salido todos
los dientes (de sierra en este caso).
Del resto de la noche es más complicado hablar con claridad debido al estado de felicidad
química que invadía a todos los asistentes al evento con tan sólo cruzar las puertas del
recinto. Quizás fueran las pulseras, quizás los vasos reutilizables, pero allí uno no podía
ordenar sus pensamientos ni por orden alfabético. Recuerdo vagamente lo siguiente:
Vitalic se marcó un live espirituoso, como su propio nombre indica, mientras 2manydjs
no se terminaban de aclarar. Orbital hicieron lo mismo pero igual y Erol Alkan se
ganó el asqueroso calificativo de “correcto” más a pulso que un levantamiento de nabos.
Mulero empezó con Surgeon remezclando a Scuba y yo se lo agradecí, pero del resto
de su sesión no se acuerda ni él. Crookers se acojonaron y se escondieron en un set de
pseudominimal del que sus madres no creo que se sientan especialmente orgullosas a la
par que Benny Bennasy levantaba a la afición con la remezcla que Afrojack a bordado
de su banger “Satisfaction”. Drop the Lime por lo visto lo hizo bien y muy rockero,
como él es. David Guetta llegó tarde.
Eso es todo. Una noche no da para más, por lo menos conmigo. Si el año que vienen
los que manejan el cotarro se traen a unos cuantos más de la calaña de los dos primeros
quizás la próxima crónica sea algo más larga. Pero no os aseguro nada.