En un marco tan incomparable como los hermosos Jardines de Viveros de Valencia y dentro de los conciertos de celebración de la Feria de Julio de la capital del Turia, nos encontramos con que el pasado día 9 nos esperaba nada menos que el insigne Rosendo Mercado. Una escala esta, en su gira “Mentira me parece 2.015”, donde compartiría escenario con una banda que lo teloneaba y que dejó muy buenas sensaciones.
Pues eso, que para abrir boca a eso de las 21:25, llegaban también desde Madrid uno chicos bajo el nombre de Última Experiencia. Lo cierto es que el nombre no me pareció demasiado propicio para otra cosa que no fuera una orquesta de verano o algo así, pero esperaba que esto fuera algo más. Y vaya si lo fue.
Por lo que se ve, llevan bastantes años funcionando y tienen en su haber un par de discos (el último de este mismo año y llamado “Eléctrica”), además de bastantes kilómetros recorridos para tocar en conciertos por toda España, y el hecho de haber teloneado a algunos nombres muy reconocidos del Rock.
Pues bien, la verdad es que no puedo comentar mucho acerca de cuáles fueron los temas que sonaron, porque estaba descubriendo Última Experiencia en aquel mismo instante y no me quedé mucho con los nombres de las canciones. Pero sí comentaré las sensaciones que transmitieron.
En poco más de media hora les dio tiempo a dejar unas enormes dosis de Rock muy ambientado en el sur de los Estados Unidos, sobre todo el de los 70’s.
Última Experiencia son un power trío que se haya la mar de a gusto sobre el escenario. Ocupan poco sitio físico sobre el stage, pero la fuerza que imprimen a su música sí que envuelve todo el espacio.
Los primeros cortes fueron realmente potentes, muy entonados con un sonido que podría recordar a los Allman Brothers o a Lynyrd Skynyrd. Con un importante despliegue de energía del bajista (José Alberto Solís), que no paraba de moverse y agitarse para enfatizar los acordes; y también del batería (Carlos Lahoz), que arreaba de buena gana el set de percusión.
Y luego los riffs por parte del guitarra y vocalista (Miguel Ángel Ariza), que mutaban en estupendos punteos para cada corte.
Como decía, una música muy sólida la que aportaron estos chicos, si bien en su tiempo dejaron muestras de los estilos que gustan practicar. Alguna balada también cayó un par de cortes con eminente regusto bluesero (especialmente uno de ellos que era un Blues en toda regla).
Todo sonó muy bien y creo que consiguieron captar la atención del público que paulatinamente llenaba el recinto. Consiguieron aplausos, vítores y una petición muy generalizada de “otro, otro (tema más)” cuando se tuvieron que despedir para preparar la actuación de Rosendo. Ese bis no pudo ser por tiempo, pero no por falta de ganas de unos y de otros.
Particularmente creo que la mezcla de estilos que hicieron en tan poco tiempo (Southern Rock, Blues, baladas…) podía saturar de demasiada información a la gente que accedía por primera vez a la música de Última Experiencia, pero también entiendo que ellos pretendían exponerse con todo lo que tenían en el espacio con el que contaban. Pero vamos, que el resultado creo que consiguió que más de uno (yo entre ellos) hayamos visitado su web para saber más y no perderles la pista.
A las 20:20 llegaba el momento realmente esperado por todos. Otro power trío, otra banda discreta en presencia pero importante (y relevante) en lo que al Rock patrio se refiere. Se montaban en el escenario Rafa Vegas, Mariano Montero y el simpar Rosendo Mercado.
Tomaron puestos, brevísima presentación y… ¡a tocar!
Lo cierto es que el arranque del show fue un poco lento, parsimonioso si se prefiere. “Mala vida” y “Atajo de cobayas” generaban los primeros acordes que Rosendo ofrecería para la Feria de Julio de Valencia, y a buen seguro que no eran los temas más esperados del setlist.
De todos modos, Rosendo tiene bagaje más que sobrado para saber lo que se hace sobre unas tablas y esto no fue más que ir incrementando la tensión del concierto, hasta un final espectacular.
Pero estamos con las primeras canciones y, según iban pasando, me reafirmaba en lo que comentaba antes sobre el llevar el show de menos a más.
Por su parte, Rafa no paró de moverse de un lado a otro del escenario en todo el tiempo que estuvo tocando. Apenas paró para hacer los coros en los temas que le correspondían, y guardó las espaldas del rockero de Carabanchel en lo musical y casi en lo físico.
Con el paso de cada canción, más y más fans iban sumándose a cantar las letras de cortes como “¿De qué vas?” o “Quincalla, o no!”. Según anochecía, los temas se hacían más accesibles y los músicos se encontraban más desenvueltos y el público encontraba motivos para celebrar el setlist.
Anochecía y la oscuridad traía más retazos de la ingente discografía de Rosendo: “Corazón”, “Date por disimulao”… Y parecía que, tras media hora de funcionamiento, la máquina ya cogía el ritmo adecuado. Incluso el propio guitarrista decidió moverse un poco más; alejarse del micro para enfatizar los punteos cuando se acercaba al borde del escenario.
Mariano quedaba en un lateral de la tarima, muy discreto en su puesto, si bien se lució perfectamente a la hora de marcar los ritmos y los tiempos de cortes como “Cuando”.
Cinco minutos por tema; contados. Creo que Rosendo ya se sabe de memoria cómo distribuir su repertorio para cuadrarlo en la duración que quiere. De esos cinco, cuatro minutos serían para los temas y un minuto para coger aliento y secarse el sudor. Tal vez esto parase el ritmo que toma el concierto, pero esto es así. Rosendo es Rosendo y su recital funciona así, y no parece que nadie se queje. Creo que todos, pequeños y grandes, hombres y mujeres, se divirtieron de lo lindo oyendo la música de este genio.
“Amaina tempestad” volcaba unos atractivos riffs sobre la noche. Rosendo parecía gustarse con unas canciones que resultan referentes del Rock nacional. Temas sencillos de oír, accesibles pero genuinos. Tracks de uno de los primeros rockeros de España, que sigue siendo uno de los más genuinos. Todo ello con su inseparable Rafa Vegas al lado.
“Muela la muela” acababa con un “¡Viva la revolución!” que parecía salirle del alma.
“El menú de la cuneta” nos dejó unos minutos muy dominados por un enorme bajo en las manos de Rafa. Se hacía notar en muchos instantes, pero en esta canción fue el que mandó, sin duda.
Rosendo no se explayaba a la hora de comentar o presentar los temas. Escogía bien cuándo y qué decir (y todo lo hizo muy acertadamente, por cierto), y entonces dijo: “esta canción tiene más años que la luna”.
La locura se desató entre los asistentes cuando apenas sonaron las primeras notas de un tema mítico de Leño. Sencillamente se trataba del “El tren”, con un sensacional punteo que hizo las delicias del más exigente.
“Hasta de perfil” sirvió para conectar el genial corte de Leño con otro genial de Rosendo, precisamente de su último disco. Es más, es el que le da nombre: “Vergüenza torera”.
Para mi gusto es un temazo, con una letra y una música excepcionales. Pero sobre todo con una letra que en pocas estrofas expresa el sentir de buena parte del país.
“Por meter mis cosas entre la nariz” no faltó y Rosendo aprovechó para marcarse un par de poses a la hora del solo de guitarra.
Llegaría “El ganador” y Rosendo se acordó de su Carabanchel natal, donde se llega por una cuesta muy empinada, según contó.
Y llegaban los imprescindibles, esos que hicieron que los más animados no pararan de saltar, bailar y cantar en lo que quedaba de concierto.
“Masculino singular”, maravillosa. Luego “Flojos de pantalón”, excepcional (de hecho, mi favorita). “Pan de higo”, inconmensurable… No me explayo mucho más porque todo salió a la perfección. La noche se había convertido en un momento memorable, de verdad. El entorno, el sonido, el ambiente… y los artistas, claro.
El final sería para “Agradecidos”, con el fervor desatado por entre el público.
Poco más de hora y media de show que quedaba muy corta para lo que deseaba la gente congregada. Así que cinco minutos después de retirarse, Rafa, Mariano y Rosendo volvían a subirse al escenario.
“¡Y dale!” dejaba un punteo con ciertos toques étnicos (al menos así me pareció) y sonó realmente bien, pero dejó paso a otro de los ansiados: “Maneras de vivir” retomaba los años de Leño.
Vítores y aplausos para esta y para “Navegando”, que sería la que sirvió de colofón para una show excepcional donde la música Rock fue la auténtica protagonista.
Nos vemos en la próxima.
Salud!