Tras ellos, el público se agolpó en la primera fila para recibir a Coque Malla, que apareció con su habitual formación acústica: él con su guitarra acústica y Nico, guitarra eléctrica, con sus cuatro pedales. Tras su vitoreada entrada, comenzó como comienza el trabajo que trae bajo el brazo: «Despierto«, para luego hacer un repaso de su disco con temas como «La Carta«, «Termonuclear» o «Déjate llevar«. «Quiero volverte a ver» fue la primera en romper esta tónica, a la que siguió una interesante versión de Las Ruedas, grupo que el propio Coque se encargó de alabar, con el tema “Rosas’s Motel”. Después de ésta, probablemente el momento más emotivo del concierto: la redonda “Berlín”.

Del resto cabe destacar, asimismo, su lograda versión de “Pedro Navaja”, de Rubén Blades, como muestra del espectáculo que dedicará al mismo dentro de poco en Madrid. Y, por supuesto, el tema más cantado por el público, «No puedo vivir sin ti«, también de su anterior disco, La Hora de los Gigantes, que adquirió mayor presencia en la recta final del concierto, antes de abandonar por primera vez el escenario.

Regresó dos veces, y -algo digno de resaltar- no por ello restaron, como suele ocurrir en los conciertos que se alargan más de lo necesario. Y es que Coque puso un gran cuidado en reservarse las canciones apropiadas, y en lugar de desgastar al público con canciones aceleradas, retomó su último trabajo para brindarnos con el trío de ases «El Barco«, «Lo intenta» y «Una moneda» un final apropiadísimo.

A destacar asimismo el trabajo de Nico, su guitarrista, que dio una lección de contención y buen gusto, con sus pocos pedales, a aquellos guitarristas que anteponen su afán protagonismo a encumbrar y mimar cada canción. Ambos demostraron que la experiencia es un grado y se retiraron entre aplausos al camerino, donde se dedicaron a recibir a aquellos fans que desearon acercarse.

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