16/01/2010 Der Fliegende Holländer, Sevilla.
Me hallaba cómodamente sentado en un sofá del Holandés Errante, disfrutando de un botellín de la cerveza local y unas agradables charlas mientras por los altavoces sonaba el 'Touch me I´m sick' de Mudhoney lo que hacia presagiar una buena noche de música. Poco antes pude conversar con los madrileños Adrift en una entrevista que puedes leer aquí y en la que nos contaron, entre otras cosas, como fue su reciente gira europea.
La velada comenzaba con la banda Sevillana Chacal facturando inicialmente un slow-core que se iba acelerando a medida que los temas iban discurriendo.
Después de la escasez en Sevilla de sitios vivida durante oscuros años pasados en los que disfrutar de la música en directo es toda una delicia disponer de lugares como Der Fliegende Holländer para apoyar al circuito underground con una muy buena programación. Tener en cuenta que todo esto caería en sacos rotos sin la respuesta del público y por tanto es una alegría ver como acude y llena la sala como lo hizo esa noche.
Procedentes de Cádiz Hand of Fatima eran igual de esperados por una parte del público como lo eran Adrift por otra y, me atrevo a asegurar, que tras el concierto ambas partes saldrían de la sala habiendo descubierto a un gran grupo al que de entrada no habían ido a ver.
Hand of Fatima bromeaban sobre su cantante y es que su música es instrumental, la banda se mueve entre los parámetros del post-rock y el post-metal evolucionando hacia un clímax como hacen Mogwai e incorporando en ocasiones matices más duros que pueden recordar a Pelican con los que además comparten detalles técnicos como cambiar la afinación de la guitarra en medio de la canción. Lo primero que destaca del grupo es el sonido de la steel guitar que usan para crear una ambientación muy cinematográfica llegando a recordar a Ennio Morricone y por buscar también una referencia patria recuerdan en momentos a Manta Ray y su LP "Pequeñas puertas que se cierran y pequeñas puertas que se abren" en dónde los españoles daban su post-rockera aproximación a sus bandas sonoras preferidas.
Toda esa atmósfera que logran crear en directo es el traje perfecto para la presentación de su interesante trabajo de debut: 'Obake'. Hand of Fatima desmenuzaron las complejas composiciones inspiradas por leyendas japonesas de fantasmas. A destacar en la batería a Mane sobre el que ya me habían advertido que prestara atención y desde luego fue toda una delicia ver tocarle los complejos compases que incluyen Hand of Fatima en sus canciones; canciones largas y épicas con melodías en escalas menores y punteos sicodélicos.
Hand of Fatima finalizaron con dos temas nuevos recién salidos del horno, el último prácticamente, según confesaron, con muy pocas horas de vida.
Con Adrift sobre las tablas el ambiente se transformó. Primero una sigilosa expectación, como en '2001: una odisea del espacio' un 'Monolito' aparecía en medio del escenario y entre los asistentes se desataría una locura ancestral y primitiva. La majestuosa pieza que da título al LP de Adrift es un denso manto de distorsión construido por un lento y poderoso riff de guitarra evocador del paso de eones sobre un inhóspito lugar. Sirviendo como excelente introducción para el show, poniendo al público en el estado de ánimo de ánimo ideal para recibir su música.
A partir de allí se produjo un desenfreno de headbanging y en las partes más intensas del show descargas de adrenalina a base de empujones. Con el público prácticamente encima de los músicos tanta era la exaltación y euforia que algunos se subieron momentáneamente al escenario con la banda mientras los músicos inmersos en un trance inducido por los elevados niveles de distorsión estaban en otra dimensión descargando tralla. Desde un primer momento queda claro que el grupo es totalmente anti straight edge manteniendo una actitud sobre el escenario estilo Pantera invitando al señor Jack Daniels a la ceremonia como bien acostumbraba Phill Anselmo.
Aunque pudiesen dar la impresión de estar un poco distantes con el público realmente permanecían en éxtasis con la música que salía de sus instrumentos. Adrift permanecían absortos en su catarsis musical particular al igual que lo hacen grupos como los Melvins o Today is the day independientemente que hayan 10, 50 o 200 personas delante de ellos.
El grupo mostró una gran solvencia no en vano llevan diez años, tienen 6 trabajos publicados y se adivinan muchos ensayos a sus espaldas. El sonido de Adrift es toda una pieza contundente construida por pesados riffs de guitarra, toda una unidad cohesionada sobre una potente base rítmica con la distorsión como pegamento. La voz de Jorge se aleja de los parámetros del death metal siendo menos gutural y más chillona al estilo de grupos de hardcore extremos como Converge. Mientras que las guitarras suenan tremendas y contundentes con el cuerpo y la calidez del stoner y muy distorsionadas con las miras puestas en el drone.
El show se hizo realmente corto, y es que como las cosas buenas siempre parecen durar poco. ¿Cuántas veces hemos tenido esa sensación cuando lo estábamos pasando de puta madre? Adrift se despedían con una nueva canción que anunciaron que no iban a cantar suponemos porque todavía no la tendrán terminada, quizás usaran el concierto para probar algunas cosas pero lo cierto es que el tema fue realmente salvaje y fue lo más cerca que estuvieron del drone en toda la noche.
Fruto de la intensidad con que estaban tocando en esos momentos Jorge partió algunas de sus cuerdas aunque como en el deporte y supongo que también en la guerra el dolor no se siente, se sigue adelante y el tema continuó con la misma brutalidad.
Y como le decía esa noche a un colega que al final no se vino al concierto: Este es uno de esos conciertos que te arrepentirás de no haber ido.
Fotografías: Alberto Ferraris Ravé.