Invadió el silencio del océano con un discurso crítico, absoluto y con mucho, mucho ritmo. El mar fue testigo de la unión de Cádiz con Puerto Rico y la fisonomía del Castillo de San Sebastián, lugar donde se llevó a cabo el espectáculo, contribuyó decisivamente a ello por estar ubicado sobre un pequeño islote.
El camino hacia el Castillo no pudo presentarse mejor pues, a pesar del viento incómodo y a veces insoportable, una estampa perfecta del atardecer invadió el horizonte. Antes de entrar ya se percibía el buen ambiente que caracterizó a toda la noche del 5 de Agosto, no sólo por las ganas de cantar y bailar del público, sino también, por la diversidad de edades y gentes que sin ninguna duda agitó a parejas, padres e hijos, e incluso, me atrevo a decir, abuelos y nietos.
Calle 13 se hizo esperar. Casi una hora y media después de la hora prevista comenzó a fluir la energía. El público gritó de emoción al ver encima del escenario a “Residente” (apodo de René Pérez), que desde el primer momento dejó claro que, aunque. sus críticas y a veces palabras obscenas puedan no agradar, él es así, guste o no.
Muchas fueron las canciones cantadas al unísono. El público, sin duda, vibró con Calle 13 y Calle 13 respondió con casi dos horas de concierto. La variedad constante de estilos musicales como, jazz, salsa, electrónica, hip-hop, entre otros, en unión a una crítica constante a todo lo que nos rodea y las alabanzas a la luna, la noche, el sol y a los buenos sentimientos del ser humano consiguieron que Latinoamérica fuera parte de todos los asistentes. Nos dejaron claro que todos somos uno: “lo que sientes tú lo siento yo porque yo soy como tú y tú eres como yo”.
Tras una noche mágica con la luz de la luna y el mar de testigos deseamos que Calle 13 dé “La vuelta al mundo”.
Tweet