16 Junio de 2016, Sevilla
La gira «Licencia para cantar» de Andrés Calamaro llegaba al CAAC entre el interés por experimentar el formato musical representado por Germán Wiedemer (piano), Antonio “Toño” Miguel (contrabajo) y Martín Bruhn (percusión) con el que Andrés se presenta y la nostalgia por saber que echaríamos en falta esa faceta más en rock y eléctrica del argentino.
Y la primera impresión que no es siempre la que cuenta pero sí que es importante resulta que los cuatro músicos se proyectan en el escenario de forma recogida y con excelente juego de luces que acompañó todo el concierto. Sólo faltaba comprobar si el sonido en el atestado auditorio al aire libre en el que se convirtió anoche el jardín del Monasterio de la Cartuja sería el adecuado y, para deleite nuestro, lo fue.
El concierto arrancó con La libertad con el grupo tanteando y comprobando sensaciones a ritmo de tango, jazz, bolero y compás. Recibieron un público cálido que acompañaba con coros en cuanto había ocasión o bien guardaban respetuosamente audición a lo que la delicada banda ofrecía. Para esta ocasión el repertorio además de nutrirse del cancionero propio de Calamaro del que celebramos temas como Ok Perdón, Crímenes perfectos o Cuando te conocí rebusca entre piezas notables de otros autores y de esta guisa disfrutamos de interpretaciones de El día que me quieras o Milonga del Trovador de Piazzola que sonó especialmente bella.
Además nos encontramos a un Calamaro en modo Calamaro. Esto significa que según avanzaba el concierto el cantante comenzó a sentirse agusto y a proyectar entre el público varias de sus opiniones (algunas polémicas) y pensamientos como muestra de su carácter y autenticidad. Con cariño se refirió a Sevilla y rindió pleitesía a Silvio, conversó sobre las posibilidades gastronómicas de la ciudad de Córdoba (Argentina) y se preguntó en voz alta sobre la ridiculez del propio Estadio Olímpico en cuyo interior se alojaba. No faltaron sus alusiones taurinas mientras avanzaba el concierto y los éxitos más reconocibles se iban sucediendo para placer de nosotros, su público.
Indispensables Flaca y su himno Paloma antes de afrontar unos bises donde compartimos la voz en Mi enfermedad de la época de los añorados Los Rodríguez así como Media Verónica y el Tercio de los Sueños con el que dejarnos ese regusto en la memoria y un sello invisible en la piel que cuando las luces se encienden y tocar marcharse a casa aún perdura, nos acompaña y nos transmite el deseo de que pronto haya una próxima vez. Gracias Andrés.
FOTOGRAFÍAS: IRENE GARCÍA MEDINA