Perfecta la acústica del Auditorio Fibes para recibir a una banda que ya, es cita obligada con el sonido Dire Straits. Con público sentado y puntualidad inglesa comenzaban los sonidos de “Once upon a time in the west”, con ese sonido mágico y caracterísitico de banda mítica.
Dos guitarristas, un bajo, batería, percusión, un saxo, dos teclistas y un pedal steel guitar forman “Brothers in band”. Nueve personas sobre el escenario recreando la atmósfera de la banda inglesa a la perfección. Dicen de ellos que el mismo Guy Fletcher, teclista de Mark Knopfler, no fue capaz de distinguir a la banda original de la que estaba a punto de aparecer en escena, en una actuación en Granada, y es completamente cierto.
Algunas camisetas de Dire Straits entre el público, y cierto ambiente frío que se iba calentado a medida que las canciones avanzaban. Sonaban Dire Straits, básicamente, y todos estábamos impresionados. “Industrial disease”, “Walk of life” y una magnífica versión de una canción que Mark Knopfler desechó, “Skateaway” dieron paso a la bienvenida al público de Sevilla y a la perla del “Comuniqué”, “Lady Writer”, una canción que es más que una canción para muchos de los que tenemos la suerte de sentirnos dentro de ella.
Una insuperable “Romeo y Juliet” te llevaba a lo que se pudo sentir aquella noche mágica en aquel Teatro Hammersmith Odeon de Londres donde se quedó el “Alchemy” para siempre. El sonido y el ritmo, eran muy conseguidos, como así ocurría en “Down to the waterline”, una magnífica “Private Investigations” y la petición del agradecimiento a los asistentes que hacen posible el milagro de la música. La conexión entre las canciones y la conexión con las canciones; “Entre tú y yo podemos disfrutar de lo que sale de aquí”, era lo que decía el cantante y es lo que verdaderamente importa. Quedémonos con lo que la música ofrece, con sus casuísticas, sin pensar en nada más. Que la magia fluya.
“Expresso love”, “The bug”, una canción magnífica de la carrera en solitaria de Knopfler, iba dando paso al final del concierto. Su cantante presenta a la banda, seguido del tradicional “oé, oé” con el que Knopfler acaba siempre sus conciertos. No solo en el sonido y en las guitarras era merecido el tributo, también en los detalles, como en el sonido del saxo de “Your laster trick”, esa canción cuyo comienzo, conocemos todos. “Money for nothing”, “Solid love”, “brothers in arms”, entre otras, y una inmensa “Telegraph road” que siempre me inunda las emociones, dieron entre otras, por finalizada la noche tras casi tres horas de música y de conexión con los tributantes al sonido de la legendaria banda inglesa.
Llegó el final con el saludo correspondiente a los que hacen el trabajo interno, como técnicos de sonido, luces y demás que hacen posible que la música sea una realidad, a los que agradezco su explicación de cómo llevar a cabo la puesta en escena y todos los secretos técnicos que encierra un espectáculo en un recinto tan impresionante como el Auditorio Fibes. Gracias a Manuel y Juan Estrada, Manuel Nieto, Carlos García Diéguez y mi Alan Parson particular, Enrique Blanco.
Con el “Going Home” nos marchamos con la sensación una vez más, de haber estado oyendo a los auténticos sultanes del swing.