Empleando la propia terminología que acompaña a esta banda, estamos ante una revolución azul. Bluechild lanzan su segundo álbum, esta vez en castellano, creando un concepto propio representación musical que no engloba sólo a las canciones o su estilo sino que va más allá.
Por ello la imagen adquiere un papel relevante y junto a la música finalmente construyen una atmósfera especial que tiene mucho de misteriosa, sexual e intrigante y con cierto poder de imantar.
El disco en sí resulta tremendamente egocéntrico, el mundo gira en torno del "niño azul", de sus fantasías y sus historias de ficción que hace llegar al oyente de forma provocativa.
Temas a los que es fácil augurarles un gran éxito comercial como la que da título al disco "No verás" o "¡que nadie me pare!" a poco que el disco tenga promoción y suene en las emisoras de radio. Musicalmente "Bluechild" proponen un glam rock donde los sintetizadores y numerosos efectos sonoros van cambiando a lo largo de la canción como si fuera mudando de piel en cada fase. A esto acompaña la capacidad interpretativa vocal de David Ávila que va enfocando la canción según se muestre con rabia, insinuante o melancólico.
Mención aparte para la notable edición del disco fiel a su contenido presentando un ojo azul en distintas tonalidades sobre un fondo negro.
En resumen "Bluechild" es un concepto, un personaje en sí mismo que se autodefine en cada tema y que presenta un magnetismo especial y, por supuesto, azul.