¡Ays, bendita juventud! Eso es lo que exclamamos muchos tras el bolo/bolazo de Belako en la Sala X. Juventud en el escenario, juventud en el público. Y ésta es una de las mejores noticias de la noche. Acostumbrado a verme rodeado de “iguales” en los conciertos, es decir, bastante más treinteañeros que jovenzuelos en la sala, era un soplo de aire fresco ver las primeras filas repletas de chavales, cantando voz en grito, saltando y pogueando al ritmo de la banda vasca. Uno miraba para ellos con una pizca de envidia, porque ellos están viviendo lo que el que escribe vivió hace ya algunos años: esa sensación de que cada concierto es el más especial de tu vida y el grupo que estás viendo, tu banda favorita de todos los tiempos. Bendita juventud…
Y es que ya, en enero, podemos decir que 2016 va a ser el”año Belako”. Lo tienen todo para reventarlo: canciones, imagen, actitud y ganas. Ya pueden los promotores de festivales y salas cerrarlos cuanto antes, porque cada día que pase, cada bolo que den, su caché va a ir subiendo y subiendo. Avisados estáis.
Volviendo al concierto, llegaba Belako para presentar el recientísimo “Hamen”, cuyas primeras copias volaron de la mesa de merchandising al acabar el concierto. No hay mejor señal para una banda que ver como la gente se abalanza a por el disco al acabar de tocar. Y las sonrisas, comentarios e incluso restos de sudor entre el público era el mejor resumen de la locura desatada durante una hora en la Sala X. Un torbellino, una batidora de géneros que no inventa nada, pero asimila a las mil maravilla lo mejor de post-punk, shoegaze, synth-pop e inluso electropop.
Destacaron canciones de su anterior álbum como “Sea of confusion”, “Haunted house”, “Molly & Pete”, con esos teclados puro synth-pop y “Stop contradictions”, donde el bajo de Lore lleva la manija como un reloj suizo.
De las canciones de “Hamen” sonaron brillantes “Off your shoes”, entre el grunge y RATM, con Cris dejándose la voz, micro entre las manos, “Key”, donde se arriman sin complejos a Blondie y “Track Sei”, la joya de la corona, una canción redonda, donde Josu teje bellas armonías a la guitarra para dar paso a un estribillo contagioso que puso la sala del revés, con los “oh ohhh ohhh” retumbando por toda la sala (sí, la gente ya se conocía la canción a la perfección, algo que el propio Josu comentó: “vaya, parece que os gusta la nueva”). Lástima que en el disco no brille de la misma manera que en directo, donde suena más visceral, más apoteósica. Ésa es una cuenta pendiente de Belako: conseguir que la producción de sus discos esté a la altura de su directo.
La otra baza ganadora es la versión de Nina Simone (nunca es mal momento para reinvidicar a la gran, enorme, Nina) , pasada por el filtro de Felix da Housecat, “Sinnerman”. Un pelotazo que amenaza con poner patas arriba festivales durante todo el verano. La locura fue ya general cuando Lore (legión de admiradores los suyos) se bajó a tocar entre el público. Si ya en el escenario acaparaba muchas de las miradas, imaginaros el momento… la Kim Gordon del indie nacional.
Al ritmo de sintes y los samplers que dispara Josu en “Aarean Bez”, puro tecno, despidieron el concierto; era para no creer ver al público sevillano corear los temas en euskera de la banda, ante la cara de incredulidad y alegría de éstos. Fin de fiesta con jóvenes y no tan jóvenes bailando.
Si ellos soltaron a mitad de concierto un entrañable y sonoro “Aúpa Sevilla, hostia”, a nosotros no nos queda más que decir “Aúpa Belako, hostia”.
Fotos: Lidia de Dios