23/06/10 Sevilla, Sala Q.
De nuevo en la Sala Q se nos presentan un buen ramillete de buenas bandas para alegrarnos la cálida noche sevillana. Nada menos que Ex – Deo, Decapitated, Exodus y Behemoth. Un gran cartel para lo que acabó siendo un gran concierto
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La verdad es que a los Ex – Deo no los vi. Llegué tarde y entré con la actuación concluida. En fin… otra vez será. Pero bueno, sí que me estuvieron comentando que fue el concierto más flojo de la noche y que , encima, no se marcaron ninguna versión de Kataklysm (recordamos que Ex – Deo es el proyecto paralelo de los miembros de Kataklysm).
Así que pasamos directamente al Death Metal polaco con Decapitated. Un grupo bastante conocido para todos aquellos amantes del Death Metal más clásico que se factura en Europa. Aunque también es cierto que el hecho de ser polacos parece que siempre los mantiene a la sombra de Vader. De hecho, el guitarrista Vogg ha pasado un par de años girando y dentro de la disciplina de la banda de Peter.
Pero vamos ya con la crónica de lo que fue su actuación.
Decapitated no engaña a nadie. Su estilo de los más clásico en cuanto al sonido deathmetalero asegura caña de principio a fin. Así quedó refrendado desde el comienzo con “A Poem About An Old Prison Man”, que también arrancaba el último disco de estudio de la banda “Organic Hallucinosis” de 2.006.
De hecho, de aquel disco sólo permanece en la banda el propio Vogg (Waclaw Kieltyka) y han entrado desde entonces los actuales Rafal Piotrowski en las voces, Filip “Heinrich” Halucha en el bajo y Kerim “Krimh” Lechner a las baquetas. Ciertamente esta era la primera vez que tenía la oportunidad de disfrutar del directo de la banda, desde que los descubrí con aquel “Nihility” que también estaría presente hacia el final de la actuación. Así pues, con esta estructura se dio un espectáculo al nivel que probablemente darían los propios Sauron, Martin o el malogrado Vitek.
Decibelios y fuerza. Eso es lo que estuvieron dando también con “Day 69”, “Post (¿) Organic” o “Visual Delusión” en lo que parecía una revisión en toda regla de este “Organic Hallucinosis” que colmó dos tercios de su tiempo.
Por supuesto, y como cabía prever, Vogg se lució de lo lindo a la guitarra, contando con momentos estelares donde se marcaba unos excelsos solos y punteos que llegaban a sonar muy musicales dentro de un entorno de música extrema. Pero es que además Rafel me pareció que anduvo también más que correcto. No es que fuese la alegría de la huerta ni mucho menos, pero sí estuvo muy metido en su papel, entonando los temas con mucha garra. Heinrich también sonó bastante bien y bastante alto, llegando a sobrepasar en decibelios a la propia guitarra. Supongo que la acústica de la sala permitió esto, aunque en general el sonido no estuvo muy mal. Y, para terminar con el repaso de la banda, decir que Krimh también estuvo muy notable con la batería, dando tralla con el doble bombo sin parar.
Lo cierto y verdad es que no habrá sido un concierto memorable, pero sí que fue un buen concierto. De hecho, lo que cabe esperar de una banda de Death Metal que lleva funcionando 10 años y con músicos de gran nivel.
También cayeron otros cortes como “Three – Dimensional Defect” de “The Negation”, “Winds Of Cration” de su disco debut homónimo o el “Flash – B(l)ack” para retomar el “Organic Hallucinosis”.
Para terminar sirvió el tema “Spheres Of Mandes” del “Nihility”. Todo un momentazo.
Así se acabó el tiempo para Decapitated (que fueron unos 45 minutos más o menos), dejando paso a uno pesos pesados del Thrash americano: Exodus, nada menos.
Exodus es una de las bandas con mejor directo de los que he visto. Un directo fulminante y demoledor, con gran interacción con el público. Hacen que te metas de lleno en el show, como si estuvieras encima del escenario. Creo que muchos de los que estuvieron allí, recordarán el concierto de Exodus en el “Leyendas del Rock” de hace un par de años, donde se formó un “wall of death” de los que hacen historia.
En aquella ocasión, como en otras en las que hemos podido verlos en nuestro país, quizás se encontraran en un entorno más favorable que en este día. Una sala como la Sala Q no puede albergar a los miles de espectadores del recinto de un festival y quizás la predisposición de estos mismos tampoco sea la misma; un festival de muchos grupos parece más propicio a “según qué exaltaciones”.
Bueno, pues después de este preámbulo hay que decir que Exodus no faltaron en absoluto a su nombre ni a su leyenda. Fue un conciertazo lo que nos ofrecieron los de San Francisco, sólo que creo que se hubiese potenciado en un espacio abierto abarrotado con miles de seguidores borrachos… Ya sabéis.
Los muchachos de Gary Holt (el único que se ha mantenido permanentemente en la banda desde su cración) subieron con ganas de dar guerra, como no podía ser de otra manera. Y se vieron arropados por una manada de melenudos espectadores que les hacían lo coros a voz en grito. Imagino que Rob Dukes en su puesto de cantante supo apreciar desde cerca lo entregado de la concurrencia. Bueno, Rob Dukes y toda la banda, claro está.
¿Qué sonó durante una hora (más o menos)? Thrash… O mejor dicho: THRASH!!! ¿Y cómo sonó? Pues lamentablemente aquí hay que decir que el sonido dejó mucho que desear. Posiblemente lo peor de la noche. ¿Cómo puede ocurrir esto con Exodus? Pues el caso es que esto es lo que hay.
Y no es decir que no se emplearan a fondo desde el minuto 1 en cuanto a la tralla, porque el primer cuarto de hora no dio concesiones, a base de casi empalmar un tema con otro para delirio de sus fans. “The Ballad of Leonard and Charles”, “Beyond the Pale” o “Iconoclasm” sonaron tremendas en cuanto a fuerza, si bien la batería se comía al resto de la banda por lo alto que sonaba.
Los buenos de Holt y Altus se vieron mermados por la sección rítmica que menoscababa su presencia, tapando las guitarras. Me repito un poco en cuanto al tema del sonido porque Exodus es un grupo que gusta escuchar y disfrutar de sus potentes riffs. Así era un poco más difícil gozar con cortes tan legendarios en su discografía como “A Lesson In Violence” del mítico “Bounded By Blood” o “The Toxic Waltz” del “Fabulous Disaster”.
Una de las cosas que no pueden faltar en un show de los californianos son los continuos “circle-pits” que se forman a solicitud del señor Dukes. Como decía, cualquiera que haya estado en un concierto de Exodus recordará el rondo permanente con gente bailando “pogo” o haciendo “moshing”. Auspiciado por el ambiente creado entre público y banda, el Thrash no cesó en toda la (por otro lado breve) actuación. Menos de una hora de espectáculo, pero de un desgaste absoluto para los más activos.
Y es que pese al mal sonido con el que trabajó la banda, aún se consiguieron oír punteos acojonantes, secundados por unos cambios de ritmo que provocarían más de una agujeta al día siguiente entre los “headbangers”.
“Blacklist” o “Good Riddance” fueron cortes más actuales que también sonaron, aunque con una acogida similar a los más clásicos por parte de los escuchantes.
Además y como no podía ser de otra manera, se acabó pidiendo por la banda que el público se separase en dos “bandos” a ambos lados de la sala. En lo que permitían las dimensiones de la Q, la gente se apelotonó en los muros y a la orden de Rob, se desató la batalla campal. La exaltación de ánimos fue total por parte de creo que todos los que estábamos allí. Ahí no importó ni la acústica ni los riffs más o menos definidos ni nada… Eso era furia desatada en forma de Thrash Metal en estado puro. ¡Qué grandes!
En fin, que lo pasamos bien. Sobre todo porque es casi imposible pasarlo mal en un concierto de Exodus, por mucho que se tuerzan las cosas. Incluso el mismo hecho de que su setlist no incluyera un tema casi imprescindible como es “Piranha”, no deslució demasiado. Quizás la brevedad de la actuación sí hizo más mella entre los seguidores de la banda.
Por cierto, para terminar quería comentar el buen trabajo de Tom Hunting con la batería. Quizás el hecho de que se oyera por encima del resto, lo destacó sobre Holt, Altus o Gibson; pero hay que reconocer que el tipo lo hizo realmente bien.
Y para terminar la noche, Behemoth. Junto a Vader, la banda polaca más popular y reconocida a nivel internacional. Una banda que mama directamente de las ubres de los maravillosos Morbid Angel, aunque con un halo que los acerca al Black Metal.
No podemos decir que sea una formación muy amiga de simpatizar con el público o ganarse a la gente a base de gestos de complicidad. Más bien todo lo contrario; hacen todo lo posible por mantenerse distantes y fríos y conservar su “imagen” oscura.
De todos modos, supongo que todos aquellos que estuvimos allí para verlos sabíamos que esto iba a ser así y que lo que cabía esperar en positivo era un buen show a nivel musical. Y decir que esto también sucedió.
En cuanto accedieron a la tarima los cuatro miembros del grupo, se armó un buen revuelo. Se notaba que era la banda más esperada.
Nergal se posicionó en el centro de la escena, después de que su triple escolta tomara su sitio. Y así dio comienzo el show, a base de “Ov Fire And The Void”. Arrancaba la promoción de “Evangelion”, el disco que más sonaría en el recital, aunque también supieron compensarlo con el resto de su discografía. Por ejemplo, con la siguiente “Demigod”, del disco homónimo.
En cuanto al sonido, se pudo ver desde el primer acorde que Behemoth sonaría mejor que el resto de bandas. Sobre todo mejor que Exodus que, como decíamos, no pareció que hicieran valer su caché desde la mesa de mezclas. Behemoth sonó bastante bien. De lo mejor que se pudiera sacar de la acústica de la sala y eso se agradeció. Al menos, así parecía viendo a un público muy receptivo a la hora de escuchar cortes como la evangélica “Shemhamforash”.
Pues eso, que estábamos viendo y disfrutando del trabajo de estos señores polacos con poses muy blackers y ataviados con unas pseudo armaduras de cuero realmente impresionantes. Además, para sostener los micrófonos se habían colocado unos soportes con los característicos símbolos que la banda usa en sus álbumes, esto es: pentáculos, serpientes enrolladas o estrellas de siete puntas… En fin, como decía, ¡impresionante!
Desde luego, no se puede decir que escatimen a la hora de ambientar el espectáculo, pues también contaban con una bandera para cubrir el fondo del escenario y donde se replicaba la portada de su último disco, amén de alguna parafernalia más aún. De hecho, cada vez que los he visto parece que traen más adminículos para colocar durante su actuación, así que es de suponer que las cosas no les vayan muy mal… ¿no?
Bueno, me dejo de divagaciones y vuelvo a lo que fue el concierto. Con el “Conquer All” se volvió al “Demigod” y tuvo muy buena respuesta entre el respetable congregado.
Como apuntaba, el grupo no era ni muy hablador ni muy simpático, pero Nergal sí que alentaba al público a gritar y agitarse con los temas. Un Nergal (o Adam Darksi, como se prefiera) que resultó sumamente convincente tanto en cuanto a la voz como a la guitarra. Los temas estuvieron en una línea muy constante, sin apreciarse demasiado la posible diferencia que saldría si comparásemos los distintos discos a los que pertenecen.
Realmente el setlist escogido sonó muy bien y, para mí, sólo hubiese hecho falta un cambio para que resultara un show más redondo. De hecho, era un cambio bastante obvio. Pero eso lo dejaremos para el final de la crónica.
Orion y Seth (por cierto, que este último continúa sin pertenecer a la disciplina permanente del grupo pese a que ya los acompaña desde hace varios años) se colocaban en los extremos del entarimado. Ambos perfilaron una actuación en consonancia con lo dicho del grupo: muy centrados en la música y más que correctos con sus instrumentos. El bajo secundando los rápidos y entrecortados ritmos de la batería y la guitarra con unos riffs que entraban perfectamente por el oído. Y además se contaba con Inferno. Admirable a la batería. Tanto el trabajo del blastbeat como el hecho con los tam resultaron ciertamente notables. En una palabra: atronador.
Siguieron cayendo canciones, como “As Above So Below”. Imprescindible en sus conciertos, pero que no encontré demasiado inspirada para esta ocasión.
La siguiente “Slaves Shall Serve” dio pie a uno de los momentos más intensos de la actuación de los polacos: un circle pit que animó bastante a los concurrentes para la segunda mitad del show. Bueno, esta “batalla campal” en forma de circle pit no llegó a la altura de las celebradas con el grupo previo, pero tampoco se esperaba, la verdad. No obstante este tipo de cosas siempre agradan a la hora de disfrutar de un concierto.
Y así se llegó a “At The Left Hand Ov God”. Un corte especialmente intenso y que representó una fuerte descarga sonora. Más aún cuando el final del tema se empalmó con un solo de batería de Zbigniew Prominski (Inferno para los amigos). El resto de la banda hizo “mutis por el foro” para dejar todo el protagonismo al baterista… o más o menos. Esto lo digo porque Inferno se vio apoyado por un segundo percusionista que le secundó tocando los timbales al unísono con él. Bueno, a dos o a cuatro manos lo cierto es que el resultado fueron unos momentos muy interesantes.
Para volver al disco en promoción e ir dando fin al concierto se eligió “Alas, Lord Is Upon Me”. A partir de ahí, casi de lo mejor del show: para empezar, “Decade Of Therion”, una de los temas más acojonantes de la banda en directo (al menos en mi opinión). Un riff rotundo y redondo, muy entrecortado para dar mayor fuerza y con la banda dando un gran rendimiento. Luego, “Chant For Eschaton 2000”. Ambos del disco “Satanica”. La música iba dando a su fin, pero dejando un reguero de buenas sensaciones.
Decía un colega que estuvo en el evento (aunque exclusivamente para ver a Exodus) que “estos Behemoth no paran de repetirse en cada tema con el compás cortado”. Vale, imagino que la gente que no escucha sus y se los encuentra en un concierto puede pensar esto. No obstante, creo que el evento que nos traemos entre manos no deja dudas en cuanto a la categoría y excelencia de la banda de Nergal y compañía. Más aún si se trata de un seguidor de la formación.
Ah, por cierto, que aún quedaba un tema. El único bis que se marcó Behemoth tras unos breves instantes que dejaron el escenario vacío lo emplearon para “Lucifer”, de su último álbum.
Este diría que fue el punto negro del concierto. Era un tema sumamente pausado para un final y más aún para lo que había sido el resto del show. Con mucho, el tema más lento y ambiental de la banda en esta noche y que dejó bastante frío al público congregado (así como con una cara de cierta incredulidad) cuando se volvieron a marchar por la parte trasera de la tarima para ya no volver.
En fin, esas son las cosas de la banda a la hora de elegir el setlist. Como dije antes, hubiese hecho un cambio en la elección de los cortes. Obviamente sería esta última canción la que cambiaría y, también obviamente, la cambiaría por aquel corte del “Thelema 6” que incluso se ha convertido en un himno de la banda. Inexplicablemente no sonó, pese a lo esperado, “Christians To The Lions”.
Una gran noche de música, no obstante y pese a los puntos negativos. Con la sala prácticamente llena y con un ambiente excelente para disfrutar con los grupos y tomándose una copa.
Nos vemos en la próxima.
FOTOGRAFIAS: Alberto Ferraris Ravé.