Y nos encontramos a un dicharachero Carlos Segarra que nos echó gasolina en forma de un setlist que abrió con Quiero ser una estrella que a pesar de datar de 1986 sonaba fresca en nuestros oídos.

La voz de Carlos es a lo que canta como lo que canta a su voz. Es decir se ajusta en registros del rockabilly con fuerza y precisión por lo que fue un ejercicio no sólo nostálgico vibrar con temas como Harley 66 o la muy coreada Un español en Nueva York.

Varias veces se salió del repertorio propio. Hubo guiños para su compañero Loquillo con Un hombre puede llorar o la adaptación castellana del Don´t be cruel de Elvis Presley sin olvidarme de la también adaptada al castellano Comprensíón (Don't Let Me Be Misunderstood es la original de Nina Simone) que también grabó y popularizó Bruno Lomas por los años 60

Ya había un rescaldo importante y lo estábamos pasando bien pero terminamos de arder con joyitas como Rebeca o, por supuesto, Mescalina antes de un cierre de show con otra versión, Long Tall Sally de Little Richar.

Echamos de menos algún que otro éxito, todo hay que decirlo, pero disfrutamos muchísimo de una de las bandas históricas del rock español que aunque los vientos y modas no sean favorables siguen demostrando a quien le da ocasión que hay cosas que no son perecederas, entre ellas, los Rebeldes.