Continuaba la noche con Turista Accidental de su anterior trabajo Tucson-Habana, del que también se pudieron escuchar Hoja en blanco y Mi suerte, en la que la jienense indicó que esta letra le sirve para recordar la suerte que tiene en la vida. El público, aunque no llenaba la sala, se iba animando y si no se animaba Amparo se encargaba de hacerlo, porque son muchos años en esto de la música y tiene muchas tablas sobre el escenario, y eso se nota.
Se hizo cálida y cercana, improvisando en algunos temas como Pulpa de Tamarindo o El destino, y enseñando las letras de los nuevos para que el público la acompañase en Fuera fiera y La cuenta atrás, lo cual no hizo falta para Somos viento o Corazón de la realidad, dos de sus temas de siempre que hicieron bailar, saltar y cantar hasta al más parado.
Sus letras siguen hablando de lo mismo, de paz, amor, igualdad y solidaridad, de lo que a ella le importa, con lo que se siente comprometida y es por eso que dejó para el final Alma de cantaora, porque es como se siente, porque es lo que es.
Pero como suele ocurrir en estos conciertos íntimos, el público no quería dejarla marchar. Así que salió de nuevo al escenario para rendir homenaje a Chavela Vargas con Qué te pedí, hacer que los melancólicos bailasen al ritmo de En la noche y terminar finalmente con La parrandita de las santas y una bendición de los Orishas, Osogbo atribulao, esta vez, eso sí, con el público bien cerquita para que ella pudiera verle las caras y despedirse como es debido hasta la próxima.
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