Empecé a escuchar The Last Memories cuando por mi ventana aún entraba la luz del sol. No era el momento. De inmediato quité el disco, me ocupé de varios asuntos mundanos, me duché, cené y ahora sí. Ahora sí era el momento.

La experiencia de escuchar relajado, a ser posible con cascos, temas como Solitary Man, mi preferido del disco, es casi indescriptible. Una voz resonante y vibrante junto a rock de varias capas que confluyen en canciones como Broken Dice.

Otras como Brazil comienzan de forma enrevesada demostrando la banda que lo suyo es hacer de la complejidad una seña de identidad con efectos y adornos siempre en línea como la canción como las guitarras que son la luz de temas como Black Dress. Y si piensas en Joy Division con voz afectada y recurriendo a la épica darás con X.

Los valencianos Ambros Chapel que ya conocimos en 2009 con Rome siguen en su trayectoria fiel a su estilo, perfeccionándolo a cada paso más si cabe.