15 de Abril, Teatro Quintero, Sevilla
Hay cosas que son así y no hay que darle más vueltas. Cosas como que Albertucho presente un nuevo disco, "palabras de capitán cobarde" y elija un acogedor Teatro Quintero en su ciudad natal, Sevilla. Cosas como que su single se titule "Primavera" y vivamos inmersos en esos días donde igual sale el sol y hace calor y al rato una nube descarga con fuerza un chaparrón.
Es por eso que cuando aparece una sucesión de afortunadas circunstancias el concierto en sí adquiere una dimensión especial, adquiere especialmente sabor.
Un sabor y un ritmo que radica en un discazo que en pocas escuchas ya me tenía encandilado. Si a magníficas canciones le sumas una puesta en escena adecuada y ganas, muchas ganas por el artista y la banda lo lógico es tener como resultado una noche irrepetible.
Albertucho salió a templar y mandar, modulando su energía sobre el escenario de forma magistral y con mucho cariño, rodeado de familiares, amigos y Sevilla. El de Bellavista presentó su nuevo disco donde brillan con luz propia temas como "Paraísos" con la que abrió el concierto así como "La Primavera" que adquirió su pleno significado allí, en ese instante. "Capitán cobarde", "hoy llueve" o " a ver si me da por pensar" seguían abriéndose paso con ese sabor a tema nuevo pero con estilo clásico y de regusto musical intenso.
La banda, magnífica, envuelve los temas con excelente sección de vientos, cuerdas y un teclado que conducía ese sabor antiguo antes mencionado. Debo reconocer que más de una vez vino a mi mente alguna similitud con "Le Punk" sin extrañezas ya que al fin y al cabo han compartido productor en esta última aventura discográfica.
Albertucho y el capitán cobarde aparecían y desaparecían sobre el escenario, siendo uno en realidad. La persona y el personaje iban jugando con el público entre swing, rock y piezas de especial sensibilidad como "Ojos de ceniza". Comentarios entre canciones hacían de hilo conductor dentro de un espectáculo que estaba vivo, con capacidad de improvisación y donde Albertucho zapateaba, se quebraba, se golpeaba el pecho para luego susurrar, sonreir y sobre todas las cosas, disfrutar.
No podía faltar algún guiño a anteriores trabajos como "La persiana" o "el pisito" y una íntima y personal versión de Louis Armstrong y su "what a wonderful world". Con un barco así lleno de palabras tales, es difícil que el capitán cobarde naufrague. Mucho menos en Sevilla.