El próximo 14 de marzo Absolute Beginners lanzaremos el disco debut de The Forest & The Trees. Antiguos componentes de Tupelo Honeys continúan el legado de estos, destacando por sus magníficas composiciones pop como solo los suecos son capaces de hacerlo.
La música no se debe pensar. No se debe explicar. En el momento en que algo así se puede hacer, es que nos estamos alejando de la esencia misma que disfruta este arte inabarcable. Debe funcionar como una especie de conjunto de conexiones incomprensibles. La que hay entre el sonido y el cerebro. Entre la naturaleza y las personas. Entre el árbol y el bosque que crea a su alrededor un entorno para todas las criaturas que alberga. Como la que conectó a Joel y Linnea Edin, la que desató este disco, la que une sus ojos en la portada de “The forest & the trees”. ¿O qué pensarían si les digo que este proyecto nació realizando unas mixtapes navideñas? Cosas de la vida marital.
Si pretendiésemos ubicarnos, podríamos trazar unas coordenadas aproximadas con un triángulo formado por las atmósferas oníricas y evanescentes de los primeros Broadcast, la alucinación folk de Joanna Newsom, y la química y la lírica de esa colaboración imposible entre Mark Lanegan e Isobel Campbell, todo ello regado por la facilidad para desplegar momentáneamente soleadas melodías pop como la que encontramos en “Escape”.
Nacidos de las cenizas de Tupelo Honeys, otro grupo del cual Absolute Beginners se enorgullece de alojar en su catálogo, este dúo sueco ya ha recibido innumerables elogios en Reino Unido: “To the forest” ha sido single de la semana para el NME, y Steve Lamacq, el llamado sucesor de John Peel y uno de los periodistas musicales más reputados de la BBC, calificó este álbum como “una exuberante obra de pop, símbolo de su época”.
A veces apelando a la fantasía de Pascal Comelade o a la intensidad de The Delgados, “The forest & The trees” es una obra intensa, meticulosa, cuidada al detalle, una demostración de cómo los arreglos pueden hacer crecer una canción, y una clase detallada de por qué la música no conoce de palabras, sino de melodías, por qué se relaciona vagamente con las ideas, mientras que lo hace directamente con las sensaciones y los sentimientos. Contando con la colaboración de David Lindvall (que ha trabajado, entre otros, con gente como Andrew Bird), tanto en la producción como en la interpretación, el debut de “The forest & The trees” encuentra ese extraño espacio que hay entre el pop de cámara y las melodías digitales, algo así como si Lee Hazlewood compusiese un disco para Tracey Thorn.
Sí, vale, habíamos quedado que la música no debe explicarse con palabras. Pero permítannos excusarnos, alegando que no era una explicación, ni tan solo una definición. Era un “intento” de contar una emoción. Escuchen “The forest & the trees” y entenderán de lo que hablamos.