De los A-bones, la verdad es que esperábamos algo más. Aunque fueron creciéndose a medida que pasaba el tiempo, se notó una falta importante de ensayo.
Con algo menos de media entrada en la sala, los A-Bones estuvieron algo más de hora y media y volvieron después de acabar dos veces más al escenario.
Hubo dos partes diferenciadas, una primera con un rock and roll algo más clásico en las canciones que cantaba Billy Miller, y una segunda con los cuatro o cinco temas más alocados y garageros que cantó Miriam Linna (batería).
Los puntos álgidos del concierto llegaron con un “Betty Lou”, primera canción con la que lograron meterse al público en el bolsillo y con “The Bee”, que cantaron a medias con la aficción.
No se hicieron esperar para salir a hacer los bises. Empezaron con una versión de la cincuentera “Bule Bule” y con un “Guantanamera” que, pese a parecer algo improvisada, fue impresionantemente bien acogida por el respetable.